Cuba no importa o no cantemos victoria… todavía

Publicado por Amir Valle | Publicado en Política cubana | Publicado el 18-02-2013

Yoanis Sánchez sale de Cuba .- Foto AFP

Yoanis Sánchez sale de Cuba .- Foto AFP

Lo siento… no puedo cantar victoria sólo porque (¡¡¡al fin!!!) Yoanis Sánchez, Eliécer Ávila, Rosa María Payá y otros que, seguro, lo harán en los próximos meses, ya pueden viajar sin el humillante permiso de salida. Leo que mucha gente se alegra y canta victoria y abundan frases como: “vencimos esta batalla”, “le dimos una patada en el c… a los Castro”, “ahora, en libertad para entrar y salir de la isla, la oposición puede hacer una fuerte campaña en el exterior”…aún cuando todos estos y otros “cambios” son puro maquillaje que convienen más que nunca antes al régimen de La Habana.

Repito aunque suene alarmista: no creo que sea hora de cantar victoria. Jamás una dictadura, y menos la cubana, da su brazo a torcer. Un régimen que se reacomoda para garantizar su futuro (es eso y no otra cosa lo que hoy sucede en la isla) no da pasos en falso. Eso lo tengo bien aprendido. Y sé bien que para dar esos pasos que el mundo cataloga como “cambios”, aunque hayan sido obligados por algunas circunstancias, ya los cerebros del poder en La Habana tienen que haber establecido sus estrategias nacionales, elaborado sus conexiones con otros poderes similares en el resto de mundo, colocado sus peones en el nuevo juego en el que ellos ya han previsto bien las posibles y futuras jugadas.

Uno de los errores más recurrentes que hemos cometido los cubanos durante estas cinco décadas es regodearnos en supuestas victorias contra el totalitarismo castrista que, como ya la historia misma ha demostrado, esa dictadura no ha tardado en moldear demostrando cuán tontos fuimos creyéndonos vencedores.

Y es bajo ese impacto que, desde que anunciaron hace ya un par de años que modificarían la ley migratoria, he venido hurgando en ciertas fuentes históricas que muestran las estrategias de las dictaduras de izquierda contra la oposición política; he estado removiendo con mis preguntas la experiencia de antiguos analistas políticos del bloque socialista; he fastidiado con algunas encomiendas investigativas a colegas periodistas de varios países donde el “asunto cubano” todavía aparece de cuando en cuando en las noticias.

Los cubanos que queremos un verdadero cambio democrático en la isla, ¿estamos preparados para enfrentarnos a algo como esto?”, me dije cuando leí las anotaciones que he hecho en todo este tiempo de investigación.

Y es que la dictadura juega cartas que ya conocía pero a las que no había tenido que echar mano tan concienzudamente como, seguro estoy, lo está haciendo desde el 14 de enero de este 2013 cuando se hizo efectiva la nueva ley migratoria.

 

CUBA NO IMPORTA

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Búsquemos a nuestro país en este mapa del mundo.

Esta es la primera carta a favor de la dictadura. La inmensa mayoría de los exiliados o cubanos que residen fuera de la isla, apenas han puesto un pie en “tierras de libertad” hemos descubierto que no somos el centro del mundo, como nos hizo creer la propaganda política “revolucionaria”. Cuba, en realidad, es sólo una islita más entre cientos de países llenos de terribles conflictos. El conflicto de nuestro país, aunque también sea duro, terrible y con más de 50 años, es solamente uno más de los conflictos que conmueven al mundo. Y por ello, incluso es lógico que así sea, nuestro país es noticia internacional sólo en alguna que otra ocasión, y siempre apenas por unas horas o unos poquísimos días…No somos, de ningún modo, como dijo Fidel Castro alguna vez, el país en el cual se decidirá el destino de la humanidad.

La dictadura de Raúl Castro, como antes la de Fidel, sabe bien cuánta ceguera nos inocula al hacernos que somos el centro del universo y que por eso el sacrificio del pueblo es vital para la especie humana. Un diplomático soviético, devenido hoy en reconocido escritor, me comentó hace unas semanas que “en estos cincuenta años Cuba estuvo al centro del panorama internacional únicamente en dos ocasiones: cuando triunfó la Revolución en 1959 y durante la Crisis de los Misiles”. Lo demás, ese sentimiento de que todos los ojos del universo estaban puestos sobre los cubanos fue una mentira bien urdida por Fidel (o que Fidel llegó a creerse en su delirio de grandeza, como me comentó otro colega polaco).

Los disidentes que salgan al mundo deberán enfrentarse a esa verdad: Cuba no importa o, para no herir nuestro ego nacional, importa poco. Y la dictadura cuenta con que eso impedirá el impacto que puedan tener fuera de Cuba los opositores que salgan de la isla: “los nuevos opositores tendrán sus minutos de gloria mediática y luego nadie se acordará de ellos.  De los viejos o los exiliados no hay que preocuparse, nadie cree ya en ellos”, dijo recientemente un analista de la Seguridad del Estado cubana en un evento en la Universidad de Ciencias Informáticas.

 

EL MORBO DE LA PRENSA Y LOS POLÍTICOS

El morbo de la prensaEl novelista cubano Justo Vasco me dijo en el 2004, en Gijón, una verdad que me costó entender: “los cubanos le importamos a la prensa internacional y a los políticos mientras alimentamos su morbo y sus bolsillos. Aman a los mártires, no a los supervivientes”. Y es una verdad casi total: mientras estás preso en Cuba, mientras la policía política te golpea y encierra en sus cárceles, mientras las turbas paramilitares te arrastran y te dan patadas, mientras te despojas de todos tus miedos y plantas cara a la dictadura estando en la isla, los periódicos del mundo te citan de cuando en cuando, los políticos de otros países te mencionan en sus hermosos discursos por la democracia universal y los derechos humanos. Cuando ya estás fuera de la isla, servirás sólo mientras dure el impacto mediático del caso en sí.

Existen miles de ejemplos que demuestran esa verdad: disidentes cubanos que partidos políticos e instituciones internacionales poderosas apoyaron de palabra y esgrimieron de bandera mientras estaban sufriendo en Cuba, fueron (y todavía son) olvidados, ninguneados y hasta humillados cuando viajaron a esos países donde tan bien hablaban de ellos. Sólo ven sus nombres rescatados de ese bochornoso olvido cuando le son convenientes a alguna batallita de los políticos.

Esa es la otra carta que la dictadura tendrá en sus manos. Y será peor, porque ahora los antiguos opositores “tendrán la libertad” de salir al mundo a denunciar la represión, pero se llevarán también en sus maletas una carga explosiva: “un sistema que permite que sus opositores hagan campaña política fuera y regresen al país, limpia su imagen de tal modo que cualquier represión que suceda realmente dentro de la isla será menos creíble. Ahora, en la escena internacional asistiremos, no lo dudes, a un repunte de la idea de que es falso o parcialmente incierto eso de que en Cuba existe una dictadura”. Esas palabras me las dijo, muy preocupado, un amigo alemán, parlamentario de la Unión Europea justo cuando lo entrevistaba para un artículo que publiqué el pasado mes de enero sobre este tema en la prensa alemana.

Ese aflojamiento estratégico hace comprensible los aplausos de la izquierda internacional a esta medida de la dictadura de permitir la salida de sus más notables opositores, así como a otros “cambios” de los últimos tiempos en la isla. En uno de mis artículos hace unos años escribí cómo varios de los intelectuales que históricamente, y a capa y espada, defienden al régimen, me habían confesado que la tozudez del gobierno cubano en no relajar algunas reglas les ataba de pies y manos porque, son sus palabras, “hay que hacer magia para defender lo indefendible”.

Y recuerdo algo que en este caso es importante: aunque el gobierno cubano y sus acólitos internacionales cacareen lo contrario, en los países más importantes del mundo (y sobre todo en aquellos donde Cuba sigue siendo de interés) buena parte de la prensa está en manos de una falsa izquierda de raíz totalitaria dispuesta a utilizar las mismas estrategias sucias de manipulación y mentiras que utiliza la prensa “enemiga”. Y por eso no podemos esperar que lo que hagan o digan los opositores cubanos fuera de la isla tenga un verdadero impacto: para la derecha (y otras tendencias políticas con cierto poder sobre los medios) estos opositores ya no significan mucho porque han perdido “morbo noticioso”, y la izquierda hará todo lo posible por ignorarlos o, siempre que sea estrictamente necesario hablar de ellos, atacarlos con la difamación.

Es una jugada perfecta a favor de la dictadura.

 

EL CAUDILLISMO: ESE MAL NACIONAL

a-titulo-personal1-garrinchaLech Walesa, en fecha reciente, lanzó la que creo es la más seria y profunda crítica contra la oposición cubana cuando dijo que “hay demasiados líderes en la oposición cubana”.

Esa, la desunión derivada del caudillismo dentro de las filas de la oposición cubana, es otra de las cartas que ha jugado magistralmente la dictadura en todos estos años. Pero ahora cobra un nuevo matiz: “estos opositores mercenarios, fabricados y financiados por Estados Unidos comenzarán a pavonearse ante la prensa internacional, harán loas de sus falsamente desgarradoras carreras políticas y seguramente algún que otro estúpido periodista creerá sus mentirillas. Y nos conviene que así sea”. Esa frase: “nos conviene que así sea”, llamó mi atención porque fue dicha por un diplomático cubano en Europa en una de esas tantas actividades que fomentan los europeos que siguen mirando a Cuba con la nostalgia de los años 60. Lo que dijo el ilustre diplomático me hizo recordar que una de las ponencias de un bloguero oficialista en otro evento en La Habana (éste celebrado en el Ministerio de Comercio Exterior) dice lo siguiente: “la oposición está llena de caudillos de cartón… (…) sólo se miran a su ombligo, a los dólares que reciben, a los espacios de poder que van creando… eso les impide ocuparse de lo que, si lo lograran, sería una real labor opositora, el trabajo con las masas, la movilización de las masas”.

Y recalco esto por una simple razón: en uno de esos artículos de la prensa de izquierda que apoya a la dictadura cubana (prensa radicada en México que, escandalosamente como se sabe allí, es financiada desde La Habana), leí en el comentario de un lector lo siguiente: “encandilados por su propia gloria como jefes de la oposición, oposición minúscula y ridícula, al enfrentarse a los periodistas de los medios monopólicos, siempre ávidos de hablar mal contra la Revolución, esos opositores de pacotilla abrirán sus alas como pavorreales y se aniquilarán a ellos mismos, ya que al hablar para esos medios perderán la credibilidad de su pueblo que conoce bien quiénes están detrás de esa prensa”.

Basta atar los cabos coincidentes para entender la estrategia: la dictadura apuesta a que envueltos en su protagonismo, estos “caudillos” (así les llaman) perderán el centro de la diana a la cual deberían apuntar si quieren fomentar un cambio: el trabajo con el pueblo, con la gente simple, llevar sus ideas a cada vez más gente… y apuesta también a que, como resultado de décadas enteras de manipulación, buena parte del pueblo aumentará la desconfianza que siente hoy por los opositores, ya que el gobierno podrá presentar evidencias de que esos “opositores” atacan a la Revolución Cubana a través de una prensa que, dirán, ha estado históricamente al lado del imperialismo.

 

¿OPOSICIÓN O CAOS?

Divide_y_venceras___Ejercito_by_HorusartCon la cantidad de partidos cubanos, agrupaciones políticas cubanas, instituciones cubanas prodemocracia que tienen los cubanos fuera y dentro de la isla, y con la cantidad de dinero que ha recibido la oposición cubana en el exilio durante décadas, es inconcebible que ninguno de los cambios ocurridos dentro de la dictadura se deba al accionar de todo ese entramado”, me dijo en el 2010, en Estados Unidos, un político republicano cuyo nombre prefiero ni recordar, anunciado como “Cubanólogo” en el evento al que asistíamos. Para él los cubanos éramos una de dos: o tontos o estúpidos, y necesitaría yo escribir un libro para resumir las casi dos horas de nuestra discusión en la que, entre otras cosas, recuerdo haberle dicho que buena parte del problema cubano radicaba en la tontería o la estupidez con la que sucesivos gobiernos norteamericanos habían asumido las relaciones con la dictadura.

Pero en esencia había razón en sus palabras, citadas antes.

Y es que me asquea comprobar que, a pesar de contar con una amplia plataforma de tendencias políticas que garantizarían una real democracia en una Cuba futura, a pesar de que contamos con un exilio económicamente poderoso, y a pesar de que es cierto que a la lucha por la democracia en Cuba se destinan anualmente unos cuantos millones de dólares (para hablar sólo de los recursos monetarios provenientes de Estados Unidos), los cubanos no hayamos sabido poner a un lado nuestras diferencias, nuestros intereses (algunos incluso realmente sucios, perversos y oportunistas) para unirnos en una misión común: derrotar a la dictadura que, neguémoslo o no, por culpa de nosotros y sólo de nosotros, es hoy la más larga dictadura en la historia.

Soy, en este sentido, pesimista: el estado actual de desunión continuará. Y espero estar equivocado, pero no creo que la oposición cubana (ni la de la isla, ni la del exilio) pueda enfrentarse desunida a la estrategia de reposicionamiento de la dictadura. La oposición debe también renovar sus estrategias, debe reposicionarse en la unidad, si no quiere seguir perdiendo ante las estocadas de una dictadura que se reinventa cada día ante nuestras narices.

 

LOS RETOS

Primero:

Los líderes de la oposición (la de la isla y la del exilio) deberán apostar por una palabra: la unidad, la unidad, la unidad. Luego de lograr la meta que debiera unirnos: derrotar la dictadura, habrá tiempo de sobra para retomar en un ámbito democrático las diferencias que nos separan.

Segundo:

Una oposición sin una plataforma de prensa con intereses concertados entre la isla, el exilio y el entorno internacional, seguirá siendo, como hasta hoy, una oposición muda que no podrá impactar realmente ni a su pueblo ni al resto del mundo. No bastan ya los grupos informativos en Miami, Madrid y alguna otra capital… Hablo de concertar intereses en la esfera mediática, como lo hicieron primero los poderosos medios de prensa que hoy consideramos monopolios de la información y como, más recientemente, lo han hecho las naciones reunidas en torno al proyecto ALBA regido por Caracas y La Habana. Mientras siga el actual estado de dispersión informativa seguiremos escuchando solamente ese piar de polluelos débiles y perdidos que es hoy la “prensa cubana en el exilio” (y ojo: no es nada ofensivo contra el excelente trabajo que, por su cuenta, han hecho muchos de estos órganos de prensa, es sólo un llamado, otra vez más, a la unidad).

Y tercero: tanto para los líderes opositores dentro de la isla como en el exilio, creo que es importante no olvidar que sí, es bueno que el mundo conozca la verdad de lo que sucede en Cuba… pero es a nuestro pueblo en la isla a quien hay que abrirle los ojos, despojarle de los miedos sembrados durante años de dictadura, hacerle ver que entre todos, ellos allá, y nosotros desde el exilio, uniendo fuerzas, intereses, en los marcos de la pluralidad y el respeto al diálogo, podemos lograr ese verdadero cambio que Cuba, nuestra patria común, necesita.

Esa, lamentablemente según lo veo, es la única carta que puede darnos el éxito frente a la estrategia macabra y perpetuadora de poder de la dictadura. Si no lo hacemos, en veinte años estaremos recordando, con tristeza, que un día dejaron salir a los opositores al mundo libre, que un día el gobierno maquilló con coloretes su vetusta cara de momia, que nuevas Yoanis y nuevos Eliecer y nuevos Rodiles han protestado y protestan desde la isla…, pero sobre todo recordaremos que, por culpa de nosotros mismos, de los cubanos, seguimos ahí, lamentándonos, mirando con nostalgia y dolor a un pasado que no supimos cambiar.

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