Publicista

«Una amiga me dijo que un tipo de la corporación Cubanacán tenía empleo para muchachas preparadas. Fui a verlo y regresé decepcionada. Para trabajar en Turismo entonces hacía falta dejarse coger el culo por los jefes o ser hijo de algún pincho».

Habana Babilonia o Prostitutas en Cuba

Termina el servicio social en Cienfuegos y no encuentra trabajo como periodista en La Habana. Finalmente le comunican que puede ir a la Publicitaria Coral, en la Corporación de Turismo y Comercio Cubanacán S.A, donde aprende las artes de la publicidad. Es enviado a México a un curso de superación con la Secretaría de Turismo del país azteca: su primera salida de Cuba, «que me abrió los ojos a la existencia de otros mundos, y me lanzó de cabeza a descubrir una realidad: Cuba no era el centro perfecto, el faro y guía del universo, como se empeñaban en decirme acá. Éramos una nación más, como cualquier otra, con sus luces y sus sombras».

Amir Valle en México

En México, junto a la publicista cubana Alina Albuerne y al gerente de publicidad mexicano que nos atendía en el viaje

A su regreso empieza a trabajar en la firma discográfica española Caribe Productions, la primera en publicitar en grande a la mayoría de los músicos cubanos que por entonces brillaban en los escenarios nacionales e internacionales. Su trabajo allí es ilegal: no fue contratado por la empresa creada en Cuba para seleccionar a esos trabajadores. «Pero ganaba 200 dólares mensuales cuando el dólar se cotizaba a 135»; es decir, 27 mil pesos cubanos, en pleno período de crisis, en momentos en que el salario máximo mensual de un trabajador cubano era alrededor de 400 pesos.

Todavía recuerda el mundo de la publicidad como el ámbito de lo asqueroso, de la competencia desleal, de las trampas sucias, de la envidia por los éxitos ajenos. «Vi a gente linda convertirse en monstruos. Tener dólares en un país donde la moneda nacional no servía era un privilegio que la gente defendía incluso mediante la traición de sus principios». Supo que existían clases sociales gracias al dólar, «y ese fue otro golpe: mi padre una vez me dijo que había luchado contra Batista para darme un país donde un hijo de pobres como yo no volviera a sufrir, ni a ver, la desigualdad social». Pero aún peor: “pude ver de cerca, cara a cara, la vida de millonarios que se daban a espaldas del pueblo empobrecido esos mismos políticos que le pedían sacrificios a los cubanos». Descubrir esa terrible doble cara de los «jefes históricos de la Revolución» le hizo abrir los ojos: «Fue como si escupieran en la larga historia de luchas revolucionarias, fidelidad y sacrificios de mi padre y otros miembros de mi familia».