Un buen ejemplo de narrativa reveladora

Jorge Luis Llópiz Cudel, escritor cubano

Aunque en la portada del libro se lee: “Premio Internacional Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción”, como lector disfruto una novela que tiene a un periodista, alter ego del escritor, que busca mostrar el lado siniestro y oculto de la prostitución en Cuba. Esta ingeniosa estructura le permite a Valle incluir entrevistas, cartas, anécdotas, ensayos, crónicas desde diferentes puntos de vistas, ya sea de la prostituta, el chulo, el policía, el historiador y el escritor.

Al historiador le están reservado los acápites (“Las islas de las delicias”), en los cuales se brinda una historia documentada de la prostitución en Cuba, que va a contrastar o a completar las confesiones (“Las voces”), de los que dejaron sus profesiones y oficios para convertirse en prostitutas o proxenetas. De la misma manera las entrevistas (“Los hijos de Sade”) muestran el manejo interno del mundo de los burdeles y pese a que, algunos de los entrevistados, suelen mostrar cierto prurito con la prostitución infantil son desmentidos con historias como la de Sara o la del publicista Ovidio.

Hay confesiones (Lorna) que son cuentos literarios con un manejo de la intriga y de la sorpresa muy efectivos, inusual en un libro de ensayo. Además otro rasgo más propio de la ficción es el hilo argumental que teje el periodista describiendo la vida de una de las prostitutas más famosas de La Habana, Susimil, cuyos testimonios develan la corrupción en las altas esferas del gobierno cubano; y lo que es peor, la manera como la trata su esposo que incita a su padre a que tenga relaciones con ella para evitar enfermedades contagiosas. La joven en pleno siglo XX era tratada como un animal de placer de la misma manera que las indígenas y africanas en los tiempos de la Colonia.

Otro elemento propio de la ficción es comentar el libro que se está escribiendo como hizo Cervantes en la segunda parte del Quijote y en el caso de Habana Babilonia, el autor presenta cartas, vía correo electrónico, valorando su obra en boca de remitentes que han padecido la prostitución; o de comentarios como el de un mulato esperando por la publicación del “libro de las putas” porque al chulo Mandy nunca lo habían entrevistado.

No intento restarle veracidad a los hechos contados por Valle, pero leyéndola como novela, la percibo creíble y novedosa. Es un buen ejemplo de narrativa reveladora, que no inventa la realidad, sino que la digiere utilizando los recursos del periodismo y de la literatura.