A La Havane, les prostuées sont des modèles de réussite

L’Express. Francia, 25 de febrero de 2010

Por Axel Gyldén

En el Parque Humboldthain, cerca de su casa en Berlín.

En el Parque Humboldthain, cerca de su casa en Berlín.

Este es un documento raro. Durante casi diez años, el periodista y escritor cubano Amir Valle exploró los bajos fondos de La Habana. El entrevistó a centenas de prostitutas, proxenetas, policías corruptos, hoteleros, choferes de alquiler, dueños de burdeles clandestinos, traficantes de drogas… El resultado: Habana Babilonia, publicado por la editorial francesa Métailié, es un libro crudo, inquietante y subversivo, que fue prohibido en Cuba y por eso circula clandestinamente en todo el país. Es una investigación a fondo que describe el universo de la prostitución y el turismo sexual en la isla. Publicado en español en el 2006 acaba de ser traducido al francés, socava uno de los mitos fundadores del castrismo, la supuesta erradicación del amor rentado. «El antiguo burdel de América está lejos de haber sido sustituido por una sociedad que se distingue por su superioridad moral», apunta el autor, nacido en una familia de sólidas convicciones castristas. Forzado al exilio debido a la resonancia crítica de su libro, Amir Valle, de 43 años, vive hace cinco años en Berlín.

 

La prostitución explotó en Cuba luego de la caída del imperio soviético. Oficialmente había sido eliminada alrededor del 1997, después de 2 años de represión severa. Hoy el gobierno considera que se trata de un fenómeno menor. ¿Cuál es la realidad?

La prostitución en Cuba es hoy un modo de vida. Y es que no solamente se prostituye el cuerpo; también se puede prostituir el alma. En estos momentos, aunque suene duro para mucha gente, la prostitución se ha extendido a casi todos los niveles de la vida social cubana. Para mí, quien finge una ideología que no comparte para que el Estado (el único empleador en Cuba) no lo eche de sus trabajos, está prostituyendo su espíritu. Quien para llevar un plato de comida a la mesa o para escapar de la isla está dispuesto a cometer cualquier cosa incluso cuando va contra sus principios morales, está prostituyendo su alma. Quien colabora teatralmente con la represión política y social que existe en Cuba, haciendo daño a sus compatriotas sólo para proteger su pellejo, y luego, en la intimidad, critica la situación política y social, está también prostituyendo su alma y su espíritu. No pretendo juzgar a nadie, pero el peor desastre causado por la Revolución de Fidel Castro en nuestro pueblo es haber obligado a los cubanos a simular, a fingir, a practicar una doble moral y una amoralidad vergonzosa, a vivir una doble vida, todo para protegerse de los mecanismos de control que han aplastado por más de cincuenta años a esos miles de cubanos que se han opuesto a ese desastre económico, social y moral que llaman Revolución.

Sólo desde esa perspectiva es que estoy de acuerdo en que la prostitución sexual es un mal menor; sólo ante todas esas otras prostituciones que afectan la esencia de la vida social, familiar y política de un país, la prostitución del cuerpo puede ser considerada un mal menor.

Pero no es un mal menor: la prostitución sexual afecta directamente la moral. La economía de Cuba algún día se recuperará porque no es la primera vez en nuestra historia que los cubanos levantan el país de sus cenizas y escombros luego de graves crisis económicas y políticas. Pero la moral perdida, los valores éticos, la decencia social, etc., son pérdidas que solamente se recuperan a muy largo plazo, con el paso de décadas y hasta siglos. No quiero hablar de cifras porque ya no estoy en Cuba y no quiero ser inexacto, pero respondo con una pregunta: ¿cómo estará la moral de un país que considera a las jineteras (prostitutas) como ejemplos del triunfo en la vida? En medio de la pobreza en que viven hoy los cubanos, son ellas, las prostitutas, las que tienen dinero, las que visten como reinas, las que tienen a sus familias con la mesa llena de manjares y las que, sobre todo, cumplen el sueño de la mayoría de los cubanos: irse de Cuba (y esto lo digo basado en las propias declaraciones que han hecho en los últimos años algunos importantes funcionarios del gobierno cubano).

 

Usted describe la profesión como jerarquizada entre diferentes tipos de jineteras (diplomáticas, en tacones, en sandalias, etc.) ¿A que corresponde esa tipología?

En Cuba, como dices, se llama Jineteras a las prostitutas. Y existen muchos tipos de jineteras. Debo explicar que el fenómeno es tan complejo que, sobre todo desde mediados de la década del 90, se fue desarrollando hasta la actualidad una infraestructura invisible, clandestina, para este negocio. Cada jinetera, especialmente por sus contactos dentro de ese mundo subterráneo, encontrará un lugar en esa infraestructura para vender su cuerpo, ese lugar la obligará a establecer precios distintos para su cuerpo y de acuerdo a eso será clasificada. Hay más, y en los últimos años me han hablado de nuevas clasificaciones, pero en el libro yo describo las más usuales: Jinetera carroñera (aquellas jineteras que generalmente tienen escasa formación cultural, trabajan por su cuenta, o tienen un chulo sin poder, o acaban de empezar en el negocio por lo cual ni siquiera tienen dinero para pagarse buenos vestidos, etc.; o son mujeres no tan jóvenes, maltratadas por la vida. Esas ofrecen sus servicios sexuales por tarifas muy bajas); Jinetera de Tenis: también de escasa formación cultural, han adquirido cierta experiencia en el negocio por el tiempo que llevan, generalmente trabajan en grupos guiadas por chulos de poco poder y desde 1994 hasta el 2001 eran básicamente muchachas estudiantes del nivel secundario; Jinetera de puya: son las que más abundan, muchachas bien educadas, de maneras finas, casi siempre muy hermosas, controladas por chulos de poder que las ubican en hoteles y zonas frecuentadas por turismo con medio o alto poder adquisitivo; Jineteras diplomáticas y empresariales, es un tipo especial de prostitutas, mujeres muy hermosas, de muy alta formación cultural (algunas saben más de dos idiomas) generalmente controladas por los chulos más poderosos que tienen contactos con los sitios frecuentados por el cuerpo diplomático y por inversionistas extranjeros con negocios en la isla; y Jineteras Faraonas: son muy pocas, hasta el 2004 sólo quedaban en Cuba cuatro de estas prostitutas, mujeres con mucho poder económico gracias a que se habían casado con extranjeros de mucho dinero, y habían decidido quedarse en Cuba y convertirse en proxenetas, para lo cual tenían casas donde alojaban a otras jineteras que trabajaban para ellas, en mejores condiciones que las que les podían ofrecer otros chulos. Estas Faraonas sólo se prostituían con sus maridos cuando éstos venían a la isla.

 

¿Cree Ud. que el fenómeno ya tiene proporciones comparables a las de antes de la Revolución, cuando Cuba era apodado «el prostíbulo de las Américas»?

Por suerte, no. En aquellos años los gobiernos cubanos cedieron a la mafia norteamericana y a la mafia nacional los derechos que convirtieron a Cuba en ese «prostíbulo de las Américas», verdad que nadie debería negar aunque algunos intenten hacerlo. Las estadísticas de los censos realizados por el propio gobierno de Batista en la década del 50 del pasado siglo ofrecen datos alucinantes: en el barrio de Colón, según esos datos, había más prostíbulos que bares y se estima que existían alrededor de poco más de 100 mil prostitutas cuando Fidel Castro toma el poder en 1959, en una población que apenas sobrepasaba los seis millones de habitantes. En estos últimos años, confrontando cifras de censos del gobierno con investigaciones realizadas por otras personas dentro de la isla, en una población cercana a los 12 millones la cifra de prostitutas oscila entre las 12 mil y las veinte mil mujeres. Claro, dentro de un proceso social que supuestamente se hizo para acabar con males como este, el fenómeno de la prostitución es más dañiño.

 

¿Cree Ud. que la industria turística (controlada por empresas estatales a manos de los militares) se ha aprovechado conscientemente, cínicamente del fenómeno a fin de atraer divisas en la isla?

Estoy escribiendo un libro sobre la corrupción policial en Cuba en la cual pongo evidencias de eso que dices: yo trabajé en la Publicitaria Coral, de la Corporación de Turismo Cubanacán, en aquellos años en que el turismo se convirtió en la primera industria en Cuba y sí, puedo poner numerosos ejemplos de cómo hasta la publicidad turística se volcó a vender la imagen de la mujer cubana como un producto a consumir por el turista. Yo vi nacer el Grupo de Turismo Gaviota S.A, que fue la primera empresa turística dirigida por militares, y recuerdo que tanto en el INTUR, como en Cubanacán, como en Gaviota, los que trabajábamos en la publicidad por entonces dirigida a los cuatro países que emitían más turismo hacia Cuba: España, Canadá, México e Italia, recibimos la orientación de priorizar la venta de las cuatro maravillas de Cuba: nuestras playas, nuestro ron, nuestro tabaco y nuestras mujeres. Es justo decir que también nos enteramos que esa orientación provocó numerosas quejas de la ya fallecida Vilma Espín desde su cargo de presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas.

 

En otras palabras, ¿cuál es la responsabilidad del Estado en el desarrollo del fenómeno?

Muchos cubanos me han dicho que el gran defecto del libro es que yo no acuso a Fidel Castro como fomentador directo de la prostitución en Cuba. Soy periodista y quise ser objetivo: no encontré, a lo largo de más de siete años de investigación, a nadie que me diera una prueba de que la prostitución había sido pensada y fomentada por la más alta dirigencia del país. Los entrevistados que me dijeron que sí, se refirieron siempre a funcionarios intermedios o menores. Pero basado en mi experiencia digo algo que me parece más importante que acusar a alguien: la culpa del fortalecimiento de la prostitución en Cuba (porque en mi libro se dan pruebas fundamentadas de que jamás se eliminó, como decía el gobierno) es sólo responsabilidad de los miles de errores cometidos por el actual sistema imperante en la isla. Durante estos años de vida en Berlín he tenido acceso a fuentes que me permiten comparar el socialismo cubano con el de otros países del antiguo campo socialista. Y hay una regularidad en todos esos países: el crecimiento clandestino de la prostitución en sociedades que supuestamente debían erradicar de raíz ese flagelo. Fidel Castro y su camarilla son responsables, sí, pero no como individuos, sino como ideólogos sostenedores de un sistema que convirtió a una de las naciones más prósperas de América en 1959 en un país tan empobrecido, tan arruinado que hoy sólo somos más ricos que Haití y Bolivia. La pobreza, bien se ha demostrado ya, es una de las fuentes esenciales de la prostitución como fenómeno social. ¿Por qué extrañarse entonces de que haya tanta prostitución en Cuba si somos uno de los países más pobres de América Latina?

 

¿Cuál es el impacto social del fenómeno? ¿Cómo afecta y desestructura a las familias?

El mayor impacto ha ocurrido en la escala de valoración social y la conciencia social del pueblo cubano. En los tiempos anteriores a 1959 existía una máxima popular que aseguraba que no hay nada peor en la vida que ser prostituta o delator y eso establecía una escala: las mujeres que vendían su cuerpo y los delatores estaban en el escaño más bajo de la valoración social. Hoy la jinetera es un símbolo de la prosperidad, una triunfadora, y se la acepta como alguien que «lucha» por mejorar su nivel de vida o por irse del país. Y la delación se ha convertido en el trabajo más aupado por el gobierno en su intento de controlar hasta la vida íntima de cada cubano. Ese cambio de conciencia social es, aunque algunos no quieran aceptarlo, una terrible degradación moral. Veamos algo: si no se ha producido esa degradación, ¿cómo es posible que muchos padres prefieran que sus hijas se prostituyan con turistas, aunque sean viejos, para probar a ver si tiene suerte y logran casarse con tal de que puedan irse a otro país y escapar así de la miseria?; ¿cómo es posible que en esos videos que han circulado mundialmente sobre la prostitución infantil en Cuba, las jovencitas cubanas, estudiantes muchas de ellas, digan que es normal acostarse con un turista, y que están dispuestas incluso a hacerlo con animales, porque así «gozamos nosotros y, además, nos llevamos un dinerito para la casa»? ¿Adónde ha caído la moral de esos maridos que se convierten en los chulos de sus propias esposas? Pero aún más: ¿dónde está la moral de un gobierno que persigue a las jineteras que venden sus cuerpos en moneda extranjera al turista extranjero y, sin embargo, jamás ha perseguido la prostitución que se ejerce en moneda nacional, entre cubanas y cubanos, en barrios muy conocidos de las grandes ciudades de la isla?; ¿dónde está la moral de un gobierno que dice combatir el fenómeno, pero oculta al pueblo y al mundo las verdaderas estadísticas de prostitución, proxenetismo, suicidios, alcoholismo, etc., relacionadas todas, por cierto, con la depauperación económica de la que ellos son máximos responsables?; y, finalmente, en tiempos en que se habla en Cuba de una supuesta liberación para los derechos de los homosexuales, ¿por qué no se dice ni una sola palabra de la cada vez más amplia prostitución homosexual?

 

¿Cree Ud. que todavía es posible combatir el fenómeno o es demasiado tarde?

Yo soy pesimista en ese sentido: creo que es demasiado tarde. Y el único responsable en este caso es el gobierno: yo hablo en el libro de «ceguera oficial» y, por conveniencia política o por menospreciar un fenómeno históricamente tan peligroso o porque no les importa resolver el problema, esa ceguera continúa. Recuerdo allá, a inicios de la década del 90, cuando las avenidas de Miramar y el Vedado estaban llenas de prostitutas, que muchos cubanos honestos plantearon su denuncia en las asambleas de los CDR. No les hicieron ningún caso. Recuerdo que la iglesia católica comenzó a alertar sobre el fenómeno. Tampoco le quisieron hacer caso. Fui testigo de cómo en la escuela de mi hijo mayor se creó una comisión de padres preocupados porque el «contagio» podría afectar a sus hijas y la carta que enviaron a las más altas instancias del gobierno cubano jamás tuvo respuesta. Luego, cuando la gran cacería de prostitutas de 1996 hubo terminado, los voceros oficiales comenzaron a decir en la prensa que se le había ganado la guerra a la prostitución y aunque las jineteras fueron condenadas a cumplir sus condenas trabajando «honradamente» en verdaderos campos de trabajo forzado, las calles volvieron a llenarse de nuevas jineteras y nuevos proxenetas que, desde ese momento se hicieron todavía más peligrosos: antes, estaban allá, en las avenidas, lejos de la vida cotidiana de la gente; pero de pronto trasladaron su centro de operaciones a los barrios, contaminándolo todo, pues para poder hacer su negocio sin ser denunciadas, buena parte del dinero que obtenían de vender sus cuerpos lo destinaban a comprar el silencio de los vecinos del barrio y de los responsables de las instituciones que podrían delatarlas ante las autoridades.

 

¿Quiénes son los chulos?

Generalmente son delincuentes que han visto que este negocio es más próspero que cualquier otro, no necesita inversión y sólo requiere tener mano fuerte para controlar a las jineteras. Pero, ya lo dije, hay padres que son chulos de sus hijas, maridos que son chulos de sus esposas, policías que amenazan a prostitutas sin chulos y las obligan a trabajar para ellos, gerentes que convenían con jineteras para dejarlas trabajar libremente en los hoteles que ellos dirigen a cambio de una parte de las ganancias… hay de todo.

 

¿Cuál es el grado de corrupción de la policía en este ámbito?

Al menos en La Habana, Varadero, Cienfuegos y Santiago de Cuba, hay una corrupción tan grande que hasta los propios jefes del Ministerio del Interior han tenido que reconocer esa corrupción, a la fuerza. Ahí están, en la prensa oficial cubana, las noticias de las asambleas, reuniones, y demás encuentros de las altas escalas de mando de la policía donde se comprometen a luchar contra la corrupción existente en las filas, pero lo cierto es que esa corrupción es cada vez mayor. Y esa corrupción va desde un simple agente de policía que permite que una jinetera ejerza el oficio ante sus ojos, a cambio de un par de dólares o CUC, pasando por esos otros policías que se convierten en poderosos chulos, hasta ese oficial de las oficinas de Inmigración que recibe dinero para agilizar el matrimonio de una jinetera con un turista. Es una escala amplísima de corrupción.

 

¿Qué riesgos corren las prostitutas al ir a las prisiones?

Hay un testimonio en el libro que habla de esas granjas. Yo sólo pude verlas desde fuera porque jamás logré que me autorizaran a ir a una de ellas. Son una especie de campos de trabajos forzados y, como se puede leer en ese testimonio que comento, pasan cosas terribles allí, aunque en la realidad también allí trabajan personas que creen honradamente en la necesidad de rescatar a estas muchachas y sacarlas de ese mundo, cosa que, como yo mismo pude comprobar, han logrado en muchos casos.

 

La prostitución no es un fenómeno específicamente cubano, sino mundial. Sin embargo, ¿cuáles son las especificidades cubanas?

En una de sus intervenciones, en momentos en que Cuba era atacada internacionalmente por el auge de la prostitución, Fidel Castro dijo que las prostitutas cubanas eran las más sanas y las más cultas del mundo. Obviamente alguien se dio cuenta de que había sido una enorme metedura de pata del «máximo líder» y eliminaron de las versiones difundidas luego esa frase que escuchamos, estupefactos, varios millones de cubanos.

La principal diferencia, además de esa que apuntó el propio Fidel Castro, es que en ningún otro país donde hoy existe la prostitución se hizo una Revolución que prometió eliminar ese flagelo (con la excepción de los países del antiguo campo socialista, claro). La existencia de la prostitución a gran escala es, por ello, una de las pruebas del fracaso del totalitarismo impuesto a los cubanos con nombre de «socialismo autóctono». En esos países existen las zonas de tolerancia, pero en Cuba la prostitución se ejerce en los mismos escenarios donde se desenvuelve la vida de la familia cubana: en los barrios, por lo cual se hace más peligrosa. En Cuba la prostitución y el proxenetismo están penados por la ley, y aún así el entramado underground de la prostitución es extenso, lo cual sólo puedo explicarme con las palabras de una jinetera que me dijo: «en esta islita, el que no se arriesga no vive, porque aquí hasta para comer decentemente hay que comprar en el mercado negro, todo es ilegal. ¿Qué más podemos perder si ya una vive presa en esta isla? Si me agarran, será como salir de una cárcel para entrar en otra».

La otra gran diferencia está en el plano de la moral: en esos países la prostituta es una perdedora y es menos respetada que algunas mascotas; pero en Cuba son un ejemplo del triunfo en el nivel de vida de los cubanos y no miento si digo que, en muchos casos, hasta se les envidia porque ellas han alcanzado vendiendo su cuerpo cosas que son sólo sueños para millones de trabajadores.

 

¿Qué tal la prostitución infantil?

Es un tema sensible. Y triste. Muy pocos de los entrevistados por mí quisieron hablar de ese asunto aunque conocían casos de prostitución con niñas y niños. Me consta que en ese sentido sí hay un mayor control por parte de las autoridades, lo cual me hace pensar que también podrían controlar el resto de la prostitución: si llegan a saber, y a detener policialmente, casos aislados de prostitución infantil, ¿me van a hacer creer que no saben lo demás que está pasando? Hay, además, un detalle que no podemos olvidar: según la norma internacional hasta los 14 años no se entra, biológica y psíquicamente, en la adolescencia. Desde que cogió auge la prostitución en la isla, la mayoría de las jineteras cubanas son menores de 18 años, es decir, adolescentes, y en la actualidad el nivel de edad ha descendido tanto que es común encontrar a muchachitas de 11 a 15 años prostituyéndose. ¿Es o no eso una prueba de que existe prostitución infantil?

 

¿Y homosexual?

Es otro sector bastante notable. En los inicios del estallido de la prostitución no tenían el auge que ahora mismo tienen. Y hay que decir algo: como a ellos no se les persigue, han ido alcanzando más fuerza, trabajan incluso más públicamente. Es interesante observar cómo, al no necesitar de chulos que los representen (aunque algunos sí los tienen, aunque son pocos), han optado por nuclearse, trabajar en grupos, distribuirse las zonas, especialmente desde que, a partir de 2001, aumentó la afluencia a la isla de turismo en busca de experiencias homosexuales quizás debido a la amplia publicidad que sobre esa «nueva mercancía» empezaron a hacer algunas agencias de viajes europeas, básicamente desde espacios homosexuales en internet.

 

¿Cree Ud. que Raúl Castro es consciente del fenómeno?

Para responder tu pregunta necesito hablar de la diferencia entre Fidel Castro y su hermano Raúl. A Fidel Castro, la egolatría, el afán de poder y la ceguera fascista lo hizo vivir en un mundo de mentiras en el cual sólo él creía. Es lo típico: quien construye una mentira tras otra termina atrapado en ese entorno de mentiras. Pero Raúl Castro es un hombre pragmático, cree en lo que ve, y como hemos comprobado en estos años desde que asumió el poder, sus ojos están en todas partes, como lo demuestra la represión que están sufriendo los opositores en la isla. Además, su hija Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, tiene tentáculos metidos en muchos espacios de la marginalidad social en la isla, por lo cual no es errado afirmar que ella conoce bien el terreno donde se desarrolla la prostitución. Tampoco puedes olvidar que ese fue un problema que su hermano le pasó, como diríamos en Cuba, «bien caliente, acabado de hornear» porque quiero recordarte que una de las últimas mesas redondas en las que intervino Fidel Castro trataba justamente sobre el tema. Raúl Castro, entonces, como nuevo gobernante, es consciente del fenómeno, pero debo confesar que, viendo su proyección, no creo que de ese gobierno salga ninguna estrategia inteligente para tratar de detener este flagelo. Del gobierno de Raúl Castro sólo podemos esperar lo que hemos visto: más represión contra las ideas, más mentiras dirigidas a engañar a la opinión pública internacional sobre la verdadera esencia dictatorial de ese gobierno (me temo, incluso, que veremos en el futuro una dictadura familiar de los nuevos Castro) y una búsqueda desesperada de mantener los puntos históricos que justifican el lenguaje de confrontación con Estados Unidos y la Unión Europea, sin que le importen los visibles cambios que en relación con Cuba estamos viendo en la política norteamericana y europea.

 

¿Cómo fue recibido su libro en Cuba?

Este libro nunca fue entendido en Cuba. Si se lee bien, pretendí encerrar en un solo libro un muestrario de las aristas más visibles del fenómeno para que los responsables de trabajar contra ese flagelo tuvieran, al menos, una visión general. Como he dicho otras veces, yo escribí ese libro estando en Cuba, lo envié a concursar al premio literario más importante en la isla, intenté que el libro se publicara en Cuba, lo que demuestra mis verdaderas intenciones. También he dicho que si Habana Babilonia es hoy un libro que circula en centenas de copias piratas, de mano en mano, de correo electrónico a correo electrónica en otras centenas de copias digitales, es porque ellos difundieron que ese libro era un peligro. Y lo era desde una sola perspectiva: en esos momentos el gobierno cubano se empeñaba en negar un fenómeno que crecía como una hidra de Lerna delante de los ojos de todo el pueblo, le cortabas una cabeza y salían tres nuevas cabezas. Es decir, que fue más importante el deseo de vivir en la mentira, en la burbuja falsamente paradisíaca en la que permanece la cabeza de nuestros gobernantes. Esa fue mi primera decepción y mi mayor alegría: decepción porque, otra vez, comprobé que a quienes nos gobernaban no les importaba resolver nuestros problemas, y alegría porque el libro circuló, sin haber sido publicado todavía, y recibí el apoyo de miles y miles de cubanos que en la clandestinidad leían aquel libro. Ellos, la gente del pueblo, sí comprendieron mi intención y me lo escribían en los emails y las cartas que recibí: «es un libro que debe publicarse en Cuba, nos permite conocer el fenómeno y saber cómo podemos defender a nuestras familias», decían. Yo conservo esos mensajes, los más interesantes, y ya hoy son cerca de ocho mil, pues sigo recibiéndolos. La otra prueba de mis sanas intenciones es que la primera versión de este libro se termina en 1999, está circulando clandestinamente hasta el 2005 dentro de Cuba y se publica en el 2006, en la editorial Planeta. Es decir, que esperé casi seis años a ver si se producía una respuesta inteligente en el poder cultural y político de la isla respecto a este libro, pero sólo recibí ataques y acusaciones, dos de ellas directamente de Fidel Castro: la primera en el 2004, en una reunión con altos funcionarios del periodismo oficial, y la segunda en una de sus últimas mesas redondas, poco antes de operarse y ceder el poder donde, en su usual tono despectivo y denigratorio, hizo referencias a una entrevista publicada en el Nuevo Herald, de Estados Unidos, en la cual una colega periodista, también cubana, conversaba conmigo sobre la salida de Habana Babilonia por la editorial Planeta y sobre las aristas de la prostitución en Cuba.