Escribo porque sueño un ser humano distinto

Revista Confabulario, No. 2. Colombia, Junio-Septiembre de 2002

Por Edgar London, Dean Luis Reyes y Miguel Terry

En Semana Negra junto a Lorenzo Lunar.

En Semana Negra junto a Lorenzo Lunar.

Si desde 1997 el nombre del narrador, periodista y crítico literario Amir Valle ha sido presencia recurrente en los más importantes premios y eventos literarios del país, el año 2001 parece ser la consumación de una obra que iniciara a inicios de los años 80, siendo casi un niño. La presentación en La Habana de las novelas Las puertas de la noche, publicada en España por la editorial Malamba, y Si Cristo te desnuda, bajo el sello de la editorial Oriente; así como de su libro de ensayos Brevísimas demencias: El cuento cubano de los años 90, lo convierten en uno de los escritores cubanos más prolíficos de los últimos años, con destacada participación en la X Feria Internacional del Libro de La Habana. Si a ello se suma la aparición de su novela erótica Muchacha azul bajo la lluvia, con la cual obtuvo en el 2000 el Premio Nacional de Novela Erótica La Llama Doble, el más importante de su tipo en la isla, todo reafirma que la madurez literaria de este autor es ya un hecho consumado. Además, Amir Valle es un excelente conversador.

 

EL: Amir, quisiera comenzar esta entrevista con la más elemental de las preguntas posibles. Esa que, generalmente, se arriesga sólo a novatos y aprendices y (sigo sin encontrar un por qué) nadie le cuestiona a una persona consagrada ya a las letras (a pesar de que las respuestas siempre son muy variadas y las más de las veces, ingeniosas). Se trata de algo sencillo. ¿por qué escritor?.

Sin temor a darte una respuesta ingeniosa: porque siempre fui un tipo muy aburrido. De niño, aunque vivía en un pueblito de campo inolvidable, un Macondo holguinero que se llama aún Central Maceo, prefería leer y garabatear unos versos horribles que me encargaban en la escuela, a corretear y bañarme en el río y tirar piedras al tren Habana-Santiago, como los demás muchachos de mi edad. Pero el gusto, el deseo de contar algo propio, mis propias historias, me surgió creo que a los nueve o diez años, leyendo Las aventuras de Tom Sawyer, un libro que aún releo cuando me ataca la nostalgia por el niño que fui, cosa que ocurre muy a menudo.

 

DLR: Debe ser excepcional para cualquier autor que se junte en una Feria la presentación de tres de sus obras más reciente. Háblame de esos libros.

Brevísimas demencias: El cuento cubano de los años 90, es un compendio de los estudios que hice durante más de varios años sobre la narrativa de esa década, sobre el fenómeno que surgió en los 80, el desarrollo que ha tenido, el por qué de ese desarrollo y qué aportó a la narrativa cubana de fin de siglo, e incluso algunos vaticinios en relación con las recientes promociones. Si Cristo te desnuda es la segunda parte de una pentalogía con la que gané un premio en Alemania, y está emparentada con la narrativa socio-policial, pues parte de un supuesto suceso delincuencial y a partir de ahí cada libro se introduce en un escenario distinto de la realidad cubana de hoy. En este, el objetivo es sumergirse en la marginalidad homosexual en Cuba, pues se trata de un crimen por una pasión homoerótica que transcurre fundamentalmente en los barrios de La Habana Vieja y está basada en un hecho verídico. De España viene la primera parte de esa serie, Las puertas de la noche, que transcurre en el mismo mundo que Habana Babilonia o prostitutas en Cuba, de próxima aparición también en España por la editorial Bibijagua, de Madrid. Parten de experiencias que tuve desde el punto de vista periodístico y testimonial relacionadas con elementos de la vida marginal como son el mercado negro y la prostitución. De allí tomé historias que me parecieron muy interesantes y las novelo. En el caso de Las puertas de la noche, enfrento al protagonista, que viene de atender delitos económicos, a un hecho criminal, en específico un caso de niños desaparecidos.

Este no es el policía de Leonardo Padura, que está ahí obligado de algún modo a serlo; a mi personaje le gusta ser policía, tiene la capacidad intelectual para hacer otra cosa y, por desgracia, resulta un policía mediocre. Es, además, un gran racista, así que ahí propongo una mirada a ese fenómeno presente aún en la sociedad cubana. La continuación es una novela que transcurre en el universo de la intelectualidad, donde van a aparecer muchos personajes que hoy realmente existen, mientras que las restantes serán como recuerdos del protagonista, pues el elemento que va a iluminarlo en su iniciación en el bajo mundo es una prostituta cuyo padre resulta ser Alex Varga, personaje real y uno de los guardaespaldas de Meyer Lansky. Ese hombre fue el que, por ejemplo, usó el dictador Fulgencio Batista a fines del 50 para vigilar a su esposa Marta cuando se comprobó que lo engañaba. Él se vinculaba además al mundo de las artes y la cultura y, ya viejo, enseña a mi protagonista que ese mundo marginal funciona con claves propias y bien distintas a las de los otros mundos posibles con los cuales convive en una misma sociedad.

 

MT: A pesar de tus treinta y cuatro años – casi nada en la vida de un hombre, has publicado más que ningún otro escritor de la generación del 90, y también has sido premiado como ningún otro miembro de esa generación. ¿Hasta dónde ayuda y perjudica ser tan premiado y publicado?

No creo ya ser el más publicado: uno o dos de mi promoción ya me sobrepasan, aunque con los libros que salen este año puede que me coloque a la cabeza de los más publicados. De los premios solamente me falta ganarme el Casa de las Américas. Ahora, no creas que soy un cazador de premios, soy pragmático: en las condiciones de Cuba un premio te coloca con un nuevo libro, se habla un tiempo de ti y te invitan a eventos. Las becas de creación Memoria y Razón de Ser, por ejemplo, me permitieron tiempo y dinero extra para escribir. Eso me hacía falta después de varios años dedicado a la publicidad y al periodismo y alejado del mundo literario. Los libros han comenzado a salir y, por la recepción, parece ser que los jurados no se equivocaron. Ningún premio perjudica, más allá de chismes y críticas, si crees que la obra con la cual lo ganaste es una obra digna.

 

EL: Te graduaste de Licenciado en Periodismo y, al parecer, eres de los que opina que el periodismo debe abandonarse a tiempo. Ya lo hicieron figuras universales como Ernest Hemingway y, bastante más cercano y familiar, tenemos un Leonardo Padura. ¿Podrías explicar el por qué de ese fenómeno tan extendido? ¿Acaso el periodismo le hace daño a la literatura? ¿Cuánto ayudó o perjudicó el periodismo a Amir Valle?

En su famosa entrevista con George Plimpton el mismo Hemingway dijo que el periodismo servía al joven escritor siempre y cuando supiera abandonarlo a tiempo. Es un lugar común que parece ser cierto, aunque el que descubre la efectividad del fisgoneo periodístico nunca deja de hacerlo. Creo que Hemingway no dejó de ser periodista nunca, al menos en su modo de mirar la realidad. Te recuerdo que mirar la realidad lo hacen todos, pero ver la realidad es casi un don, que por suerte tenemos algunos periodistas y algunos escritores. El periodismo le hace daño a la literatura si confundes los términos: el periodismo es sólo un arma, un instrumento para ver la realidad y reflejarla; la literatura, por su parte, tiene que crear su propia realidad, cosa que el periodismo no puede hacer para no perder veracidad. Como soy un escritor de testimonio, que utiliza casi los mismos elementos para hurgar en la realidad que el periodismo, puedo decir que debo al trabajo periodístico mucho de lo que hoy escribo: con las armas del periodismo busco en la realidad mis temas, mi información, la escribo con la estructura de un testimonio y el elemento humano, el conflicto humano que hay en esa información, en ese tema, me sirve para crear en cuentos y novelas un mundo ficticio, literario, a partir de esa realidad real.

 

DLR: Una de las críticas más frecuentes que se hace a la promoción literaria de los 90 es su exagerada cercanía con la realidad, su tendencia demasiado testimonial, aunque creo que a menudo la realidad ha pesado tanto que el discurso literario ha resultado impotente para domeñarla. ¿Cómo te sitúas ante críticas que a todas luces te atañen?

Cuando analizas la trayectoria escritural de casi todos nosotros reconoces ese paso desde una posición casi fanática por «reportar» la realidad hacia una especie de divorcio o, incluso a la creación de una cosmogonía distinta por completo. Eso no salió de la nada. Cuando empezamos a escribir teníamos interrogantes a las que las instituciones creadas para eso no daban respuesta ni tenían la comprensión para escucharnos. Éramos los representantes de un discurso social que no tenía posibilidades de proyección; por eso hicimos los que sabíamos: escribir sobre lo que nos preocupaba, con el desenfado que otorga la total libertad de la adolescencia, sin tener tan en cuenta esa relación, que ahora considero una de las leyes de la literatura, entre el necesario «reposo» de un acontecimiento para que se convierta en literatura y la capacidad para sacar de realidades cotidianas claves y esencias que lo convierten en algo más allá de ese discurso. En los 90 esa cotidianidad se convirtió en un discurso consabido; eso nos hizo interesarnos en los cambios que esa realidad estaba produciendo en el hombre. Hoy lo más importante es la confluencia de casi cuatro generaciones escribiendo bajo un mismo signo, interinfluyéndose y provocando que la literatura cubana se proyecte un poco más allá, tras abandonar el reflejo de la cotidianidad épica, marcada en los 60 por la narrativa de la violencia; en los 70 por el reflejo edulcorado de la realidad social y en los 80 por una especie de sinflictivismo, o ausencia de conflictos en la literatura. Fue una especie de divorcio, de escamoteo como huida de la realidad que desencadenó lo que vino después. Temas como el de los balseros, la prostitución, el SIDA, la relación con el exilio, antes tabúes que de pronto se convierten en cotidianidades; cuando revisas la literatura actual tales temas prácticamente no existen y lo importante es el trauma del ser humano bajo esos signos funestos.

 

MT: Alguien me habló sobre una novela erótica llamada Muchacha azul bajo la lluvia, premio La Llama Doble de novela erótica en el 2000… ¿Hasta qué punto aquel guajirito, que llegó con la capital hace ya quince años, se está metiendo en «temas picantes»?

En Santiago, por Tiempo en cueros, mi primer libro, se me acusó de pervertido sexual. La sexualidad y el erotismo siempre me interesaron, porque soy un poco freudiano: creo que la vida del hombre está determinada por el sexo y el eros. Muchacha azul bajo la lluvia, entonces, quiso ser eso: un homenaje a escritores y amigos que han basado gran parte de su obra en visiones muy interesantes sobre el erotismo: Guillermo Vidal, Alberto Garrido, Jesús David Curbelo. Es un juego intelectual en el que me divertí mucho y dije cosas que de otro modo no hubiera podido decir.

 

EL: En 1999 participaste en España en el Primer Congreso de Nuevos Narradores Hispánicos ¿Qué impresión te causó el hecho de comprobar que en allá el estudio de los fenómenos literarios está más direccionado al pesquizaje estilístico o de tendencias dentro del arte de narrar que a la cuestión generacional (tan manida en Cuba)?

Sobre todo, como escribí y dije también aquí, me llamó la atención que nuestra literatura sea de una altísima calidad, pero que allá afuera, por razones estrictamente promocionales y de las cuales tienen la culpa las instituciones cubanas, no se conoce lo que hoy escriben los cubanos, salvo la literatura que se produce fuera del país y uno o dos nombres de la isla.

 

MT: Siguiendo por ese camino: Se habla de los «retos de la literatura cubana ante el mercado», una verdad que a veces parece tangible y cercana y a veces fantasmagórica y distante… ¿Hasta dónde está listo el escritor cubano residente en la isla para enfrentar el famoso – y angustioso – reto?

El escritor cubano siempre ha estado preparado. Precisamente por estar lejos de toda esa dinámica comercial que asola a otros países, sigue escribiendo sin fórmulas, sin pies forzados, sin contaminaciones que no sean las genuinamente literarias. Creo que el reto, más que para el escritor, es para las instituciones que lo representan o son responsables de su promoción nacional e internacional. Mientras estas instituciones y entidades no se ocupen realmente de ello, con más inventivas que recursos porque siempre aparece el que empieza a objetar con cálculos económicos, no podrán exigir que nuestros escritores no se «prostituyan», término común ya en congresos y eventos culturales. Me parece injusto exigirle integridad al escritor cuando no se ha cumplido bien con la parte que le toca a la institución, y por desgracia no he visto progresos en este sentido.

 

EL: Amir Valle, como casi todo el mundo, se dio a conocer con libros de cuentos ( Tiempo en cueros, Yo soy el malo) y hasta En el nombre de Dios, un libro de relatos testimoniales. Ahora, notamos que en los últimos tiempos has trabajado más en el género novela (excepción aparte para el libro La danza alucinada del suicida y el más reciente Manuscritos del muerto), lo cual, por otro lado, le sucede también a casi todos los escritores a medida que van madurando. Esto coincide, sin embargo, con un momento donde todos los «videntes» de la literatura presagian un auge violento de la novela en Cuba marcado por motivos esencialmente comerciales. ¿Hasta qué punto Amir Valle ha desviado su atención hacia la novela debido a su madurez como escritor y hasta qué punto se ha dejado seducir por la oportunidad de insertarse en ese tan anunciado (y discutible) auge?

La novela es un género que se impone. Uno podría preguntarse qué hace a los poetas andar husmeando (y por suerte bastante bien) en la novela. Todo el mundo quiere escribir novelas. En España y México dicen que es un fenómeno natural de cada fin de siglo y puede ser cierto. Confieso que hay una obra, con la que gané un premio internacional, que la escribí motivado por el mercado y tratando de probarme que era fácil escribir con recetas. Por suerte salió bien. Ahora, cuando nadie en Cuba hablaba del mercado, al menos como se hace hoy, allá por 1990, ya yo había escrito la primera novela: Paramorio, aún inédita y dos años después, entre cuento y cuento, Ciudad Jamás Perdida, que salió en el 98 en Suecia. Para una editorial alemana escribí Las puertas de la noche y Si Cristo te desnuda, ambas de tema socio-policial, que ahora se venderan en España y Cuba, respectivamente. A partir de una broma con un amigo que me colocó como personaje de una de sus novelas y en la que no quedaba muy bien plantada, decidí desquitarme literariamente y escribí Muchacha azul bajo la lluvia, que se aparta de todo lo que he escrito hasta ahora. Es una necesidad de comunicar, de crear un mundo mayor al que cabe en un cuento. Para cerrar puedo decirte que yo, que empecé escribiendo cuentos de dos páginas hoy no puedo escribir ninguno de menos de quince.

 

EL: Algo sobre lo que se hace muy poca referencia a la hora de hablar de la promoción de naradores del 90: el valor de los grupos literarios. Tengo entendido que existieron tres: Diáspora, El Establo y los Seis del Ochenta, al cual perteneciste. ¿Qué le debes a ese grupo?

A ese grupo, que duró sólo dos años, pertenecimos Alberto Garrido, José Mariano Torralbas y yo, que parece ser sobrevivimos al tiempo. Fue lindo. Creíamos en la literatura como una diosa mayor a la que teníamos que dedicarle todo y eso nos ayudó. Creo que sin la confrontación casi diaria de nuestros textos y opiniones y conceptos, generalmente en la casa de Torralbas a la que llamábamos el palomar porque estaba encima de una loma, nuestra creación no hubiera dado el salto que dio desde que nos conocimos y encontramos tantas cosas en común. Debo a Seis del Ochenta la dedicación a este oficio como un rito cotidiano y por supuesto, la posesión de tres hermanos que aún soñamos lo mismo aunque estemos bien distantes.

 

MT: Por el volumen de todo lo que has escrito, pareces una suerte de Balzac tropical. ¿Te preocupa escribir mucho y que trascienda poco? ¿Te interesa para algo la dichosa posteridad?

Ojalá logre escribir un capítulo con la calidad de las Ilusiones perdidas, por ejemplo. Cuando pienso que en el mundo hay millones de personas intentando escribir un libro y trascender y que muy pocos lo logran, la vanidad me parece una idiotez. Aquel que por haber ganado muchos premios se considere el más grande escritor, es digno de lástima. La posteridad no me interesa, aunque si viene a tocar a mi puerta no la voy a echar a patadas. Sencillamente quiero escribir lo que me dé la gana y estar consciente de que lo hice con todo el talento que Dios me dio.

 

EL: En enero del 2000 te fue otorgada la Distinción La Pluma de Cristal, una réplica en vidrio de la pluma utilizada por Martí, por tu destacada contribución a la literatura cubana y a la promoción del libro y la literatura. ¿Qué significa para ti este estímulo que también han recibido figuras de la talla de Cintio Vitier, Miguel Barnet, Dora Alonso, Leonardo Padura y Abel Prieto?

Un gran reto. Soy de los que me creo ese tipo de distinciones, sobre todo cuando te la entrega gente con las que te has roto el lomo por que algunos sueños se cumplan.

 

EL: ¿Podrías darnos tu opinión sobre la crítica cubana actual?

Simplemente no hay crítica. Ojalá se le dé más espacio editorial en revistas y editoriales a críticos de verdad como Victor Fowler, Alberto Garrandés, Roberto Zurbano, Marta Lesmes, Jorge Fornet, Zayda Capote. Ojalá los profesores universitarios y los mismos estudiantes de letras se lancen al ruedo con lo que está pasando en estos últimos años. Ojalá se acabe de una vez con el miedo a publicar trabajos críticos fuertes, opiniones divergentes, aunque estén equivocadas, sobre obras de nuestras letras de hoy. Ojalá se permita una polémica real, no manipulada ni preparada, ni que se corten las polémicas. Ojalá que las publicaciones literarias permitan un real debate de ideas críticas. Sólo eso puede crear un verdadero sistema de crítica en Cuba. Por desgracia, hoy la literatura va a miles de años luz de la crítica. De ahí que creadores como yo tengamos que dedicarnos a decir cosas sobre estos asuntos en los espacios que tengamos a mano.

 

MT: Ya casi es conocida tu fatalidad con los libros: Manuscritos del muerto apareció en una versión distinta al original que presentaste a la editorial, después de un proceso realmente kafkiano para ti. Las puertas de la noche fue podada del asunto racismo y otras cosillas, y aún no ha sido publicada, y tu ensayo testimonial Habana Babilonia o Prostitutas en Cuba has afirmado que nunca saldrá en la isla. En fin, que eres un autor que ha sufrido la censura a pesar de estar conectado, como se dice acá, «a las instituciones oficiales». Sin embargo, te resistes a hablar de la censura.

Es que no se puede hablar de la censura. Creo que en estos momentos se publican cosas que sólo cinco años atrás no se hubiera imaginado nadie ver en un libro. Hay una real apertura en ese sentido. Tampoco puedo decir que haya desaparecido la censura porque si fuera así mis libros estarían ya en las librerías. El asunto, y me lo trato de explicar a mí mismo, es que nunca sabes de qué lado viene la censura. De pronto alguien te dice, a modo de chisme: «oye, pasa algo con tu libro tal», y descubres que no ha sido distribuido, que está en un almacen, o que el retraso editorial no es por falta de dinero precisamente. La censura es un proceso a veces fantasma, silencioso, y por lo tanto, más dañino, entre otras causas porque sucede como en El proceso, de Kafka: sabes que alguna culpa te achacan, pero tú no has hecho nada. No puedes defenderte porque la mayoría de las veces no sabes ni de qué acusan a tu libro. No puedes decir que viene de las altas esferas porque incluso puede ser la falta de audacia de un editor que piensa que «arriba» pensarán tal cosa de tu libro. Es realmente molesto y raro. No es el caso del libro de las prostitutas, una investigación que hice durante cinco años y que estoy seguro nunca se publicará en la isla porque toca demasiado el fondo de un asunto. Sobre ese tema, por ejemplo, le publicaron un librillo a una colega periodista y por desgracia, el libro tiene una visión muy parcializada y superficial del fenómeno. Es un tema muy sensible debido a la fuerza que ha tomado la prostitución en Cuba en los últimos años y en mi opinión veo un interés por demostrarle al mundo que han desaparecido las prostitutas con las medidas tomadas por el Gobierno, cuando lo que sucede en realidad es que se ha transformado el fenómeno y contaminado otras zonas. En otras palabras: antes las prostitutas o jineteras estaban en los hoteles, las avenidas turísticas; fueron reprimidas y se trasladaron a los barrios. ¿Qué es peor? Ahora se refuerza a nivel de barrio su imagen de vencedora en la dura vida del cubano, imagen que antes sólo podía verse de lejos, en los lugares adonde la mayoría de los cubanos no podían llegar por su escaso poder adquisitivo.

 

EL: Ya somos unos cuantos los escritores que de una forma u otra le debemos a Amir Valle parte de lo que ahora sabemos sobre el difícil arte de escribir. ¿Qué puedes decir sobre esa inclinación tuya (un tanto pedagógica) que te impulsa a organizar charlas, improvisar tertulias e incluso fundar talleres2 literarios en pro de ayudar a los jóvenes escritores que vienen surgiendo (o se supone que lo estén haciendo)?

Simplemente hago con otros lo que algunos hicieron conmigo hace unos años: tenderles la mano. Por desgracia, hoy muchos escritores ni siquiera se ocupan de leer lo que escriben sus más cercanos amigos porque, dicen, les falta el tiempo para sus obras personales. Lo que me enseñó Heras, Redonet, Aida, lo enseño a otros y así me siento mejor, más útil, me alimento de lo nuevo, y estoy al tanto de lo que sucede a mi alrededor. He oído y leído conferencias de literatura cubana actual de «escritores consagrados», en Cuba y el extranjero, donde hablan de obras publicadas en los 60 y los 80 y donde a duras penas aparece un nombre de un escritor joven. No es que no crean en nosotros porque la realidad se impone y aquí estamos, es que no pueden hablar porque no se han leído nada nuestro. Me aterro de pensar que algún día se diga eso de mí.

 

DLR: Entonces, ¿Las puertas de la noche, la novela que comenzará a venderse en Madrid a partir de este mes de marzo, también ha sufrido esa censura?

No es que haya sido directamente censurada, digamos, por el sistema. La entregué a una casa editora y comenzó a tachar cosas que nacen de la marca de la censura en el cerebro de un editor que debe responder a una institución estatal. En mi novela, por ejemplo, el policía investigador viene de cuna rica: su padre fue un alto dirigente hasta su muerte, su familia tiene un concepto racista muy arraigado, que el personaje principal desarrolla a lo largo de la obra. Ese es un tema que dicen es muy sensible, pues la sociedad cubana no ha logrado resolverlo, aunque en mi opinión se lo ha propuesto. Otro asunto censurable es el propio centro de la investigación: unos niños anormales perdidos que son dedicados por sus raptores a la prostitución, algo que en Cuba parece impensable porque realmente se dedica mucha atención a la educación especial. Pero eso no puede negar que haya incluso un canal de televisión donde siempre hablan de un niño perdido, dan sus señas por si alguien lo encuentra, ni niega que se haya dado el caso de la prostitución infantil, porque fue publicado incluso en los periódicos del país hace unos años. Tampoco lo niega el mismo hecho de que el promedio de edad de las jineteras cubanas haya bajado hasta los 14 y 15 años. ¿No es eso prostitución infantil? También está la mirada apocalíptica del policía hacia una ciudad que se derrumba y se hunde cada vez más en el signo de la marginalidad. Todas esas cosas parecieron muy duras a la editora y en base a ello tachó e intentó quitar. Por suerte, en la edición española todo eso se respetó.

 

EL: Para terminar, la pregunta más cursi del mundo. ¿Si volvieras a nacer, te gustaría otra vez ser escritor?

Escribiendo he conocido de todo: gentes de alma limpia, de entrañas podridas, envidias, celos, amores, amigos, no amigos, momentos que no hubiera podido vivir si llego a ser Ingeniero petroquímico, como soñé alguna vez. Pero te confieso que no, si volviera a nacer, que tendría que ser siglos después que este, quisiera ser paleontólogo. Quizás así llegue a saber qué será de este mundo nuestro, de este hombre nuestro tan lleno de miserias. Me aterra pensar que tanto talento en el mundo no pueda frenar su destrucción. Escribo porque sueño un ser humano distinto y por ahora, sólo sé escribir, buscar esa miseria humana y contarla, tratando de que así la humanidad la descubra, recapacite y no se destruya.

 

1.- El Caimán Barbudo, No. 289, pg. 6

2.- En los años 1997 y 1998 estuvo funcionando el Taller de Creación Literaria «Darío Osbely Armada», en la Casa de Cultura de Centro Habana y del cual Amir Valle era director.