Por Lidia Señarís Cejas
Escritora y Periodista
De este libro me lo sé todo… (aquí les cuento un cotilleo)
En mi serie «Libros que veo nacer», de vez en cuando os cuento detalles de algún que otro título, pero este de hoy es muy especial. Aquí sí tengo «la exclusiva». Se trata de «El aliento del lobo. La Stasi, el Muro de Berlín y la vida de nosotros», del periodista, escritor y editor cubano afincado en Berlín,
Amir Valle.
He estado demasiado cerca de estas 335 páginas como para emitir un juicio, pero precisamente por eso, ahí va, en cuatro palabras: ¡Vale muchísimo la pena!
Y ahora les cuento cómo nació: Andaba el editor de
Anaya, Eugenio Tuya (
Nene del Cerro) buscando un libro para el sello Oberon, en ocasión del 35 aniversario de la caída del Muro de Berlín, que se celebra en noviembre de este año. Por si no lo saben, os contaré que Eugenio Tuya es el responsable de las ediciones españolas de éxitos editoriales como «Los ingenieros del caos», «Cómo alimentar a un dictador» y «Nadia Comăneci y la policía secreta. Historias de la Guerra Fría», entre otros.
Como colaboro habitualmente con Anaya y en particular con Tuya, me enteré, y ni corta ni perezosa, propuse a Amir Valle para la tarea, pues sabía de sus investigaciones en la antigua sede de la Stasi y de sus peripecias periodísticas en la Deutsche Welle, amén de su pulso narrativo, ya demostrado en más de 30 libros.
Después de examinar algunos de sus títulos anteriores, estudiar su currículo y conversar con Amir sobre el posible enfoque del proyecto, Tuya me llamó y me dijo:
― Vale, este libro es de Amir Valle, pero con una condición: te encargas tú de la corrección de estilo.
― ¿Yo? Pero tú sabes que prefiero la ciencia y el arte a la política… Además, Amir es mi amigo y un escritor con pedigrí, tendría que leerlo con lupa y llevarlo estrictamente «contra la pared».
― Por eso mismo. Muchos autores que nunca habías ni visto, te aprecian, a pesar de que los llevas «a la una, mi mula, y a las dos, mi reloj…». Así que este, con más razón, no va a empezar a odiarte ahora. En todo caso, ese siempre es el riesgo.
Y allá que fuimos. Este mundillo literario es letal. Pero por el camino descubrí algo sorprendente: Amir, quien (como el que más) a veces exhibe su ego de escritor, sobre todo cuando lo atacan, mostró una humildad y una paciencia sin límites ante todas mis sugerencias y las del editor. El resultado (gracias a su talento y oficio): un gran libro. No sólo por su detallada información y documentación, sino por el estilo narrativo ágil e imaginativo con que está contado, por su humanidad y también por esa impecable factura editorial y gráfica, tan característica de Anaya.
Pueden no creerme. Pensar que estoy arrimando el ascua a mi sardina. Pero eso tiene fácil solución: ¡Léanlo! Y ya me dirán.
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Por cierto, como siempre, mi gratitud no sólo a Tuya, sino también al equipo: Celia Antón, con sus portadas y mi querida
Claudia Valdes-Miranda Cros en la maquetación.