Huber Matos: el ogro que nos pintaron
Publicado por Amir Valle | Publicado en Política cubana | Publicado el 07-03-2014
Huber Matos, uno de los míticos Comandantes que en 1959 encabezaron la Revolución Cubana, uno de los primeros disidentes de ese proceso social y uno de los más respetados líderes de la oposición cubana en el exilio, muere en Miami a los 95 años y, aunque en la isla se ha borrado su nombre de los programas de historia nacional, millones de cubanos que sí conocen ya el verdadero protagonismo que tuvo en los más importantes sucesos históricos del siglo XX cubano, lo han despedido con el mayor honor: la reinscripción de su nombre en el panteón de la Memoria Histórica Popular de Cuba.
Se impone aquí, entonces, una reflexión:
La reescritura de la historia es uno de los procesos más preocupantes en América Latina a la hora de rescatar la memoria cultural, histórica, política y social de la región. Así, por sólo citar dos ejemplos, millones de personas del llamado “mundo democrático” defienden la existencia de un gobierno totalitario con más 50 años en el poder porque “la Revolución Cubana sacó a Cuba del subdesarrollo total en que vivía antes de 1959”; y miran con desconfianza las manifestaciones populares en Venezuela de estos días, diciéndose que debe ser obviamente una confabulación de los fascistas que no quieren el socialismo, porque según esa reescritura de la historia a la que hago referencia, estos 15 años de chavismo “han sacado al país de un desierto de atraso, miseria y subdesarrollo en el que millones de pobres se morían de hambre mientras dos o tres ricos se embolsillaban las riquezas nacionales”.
La historia la escriben los vencedores, es un hecho, pero me resulta curioso que en aquellos países latinoamericanos donde más palpable se hace ese fenómeno es allí donde se han instaurado, por la vía guerrillera o a través de las urnas, gobiernos de tendencia populista. Igual que sucede hoy con Venezuela, en el caso de Cuba, tanto la historiografía oficial como el periodismo ocultan que la isla 1958 estaba a la cabeza de Latinoamérica, e incluso compartía escenario con otras potencias del llamado Primer Mundo, en muchos aspectos del desarrollo socio-económico, incluidas la Salud Pública, la Educación, el transporte y la riqueza per cápita. Esta propaganda negadora de la verdad prioriza la atención en los males sociales que padecíamos: la corrupción política, la existencia de un desequilibrio del desarrollo entre el campo y la ciudad, la injerencia norteamericana en la economía y la política y, nuestro talón de Aquiles, el hecho innegable de ser “el burdel de las Américas” gracias al contubernio entre políticos cubanos y mafiosos nativos o norteamericanos como Meyer Lansky o Lucky Luciano.
El discurso es polarizado: todo lo que existía era malo para el pueblo, todos los políticos querían enriquecerse sin importarles su país, vivíamos en el peor de los infiernos versus todo lo que hemos hecho es lo mejor para el pueblo, todos nuestros políticos son sacrificados hombres que no buscan riquezas sino dar la vida incluso por el país, vivimos en el más perfecto de los paraísos. Y en esa reescritura a conveniencia de la historia, quienes se oponían o se oponen eran (y son) satanizados.
Así fue que los niños cubanos aprendimos que existía un ogro llamado Huber Matos, que su ambición y petulancia era tan descomunal que buscando el poder traicionó al “líder natural del pueblo”: Fidel Castro, y que, para colmo, era el culpable de la muerte en octubre de 1959 del más querido de los Comandantes guerrilleros cubanos: Camilo Cienfuegos, cuya avioneta se perdió en las costas cubanas justamente cuando regresaba de apresar al ogro traidor que se había levantado en armas en Camagüey contra el gobierno encabezado por Fidel Castro y sus invictos barbudos.
Eso nos contaron. Nos enseñaron a odiarle. Recuerdo incluso que, con 9 años, me hicieron participar en un concurso de poesía en la escuela con un tema: la eterna presencia de Camilo y el odio hacia el villano que causó su muerte. Recuerdo a mis padres, luchadores humildes de esa Revolución, repitiéndome varias veces que Huber Matos era un vil traidor, una rata que había abandonado el barco de los humildes para aliarse al imperialismo. Nos dijeron incluso (en otra descomunal mentira que lanzaba sobre él acciones perpetradas por otros) que era el culpable de la muerte de pescadores y habitantes de pequeños pueblos costeros cubanos a quienes él en persona ametrallaba desde su lujoso yate con armas que le había dado el gobierno de Estados Unidos.
Fue, sin embargo, un viejo general retirado, amigo de mi padre, quien por primera vez le dijo a su hija delante de mí que Huber Matos era un gran hombre. Creo recordar que sus palabras se debían a que éramos corresponsales pioneriles y, cumpliendo esa responsabilidad, debíamos escribir para un periódico de pioneros un trabajo sobre los Comandantes de la Revolución y ella, Sofía se llama, había escuchado a su padre muchas veces mencionar a varios Comandantes. Sin embargo, en la lista que nos habían dado en la escuela, sólo aparecían Camilo, Ché, Raúl, Almeida y Ramiro Valdés. Sofía se interesó por esos otros nombres, pues quería hacer un trabajo más completo y el viejo militar mencionó guerrilleros de quienes jamás nos habían hablado en las clases de historia, aunque mi memoria me trae ahora los nombres de William Morgan y Eloy Gutiérrez Menoyo, tal vez porque me llamó la atención que dijera que habían sido los únicos comandantes, además del Ché Guevara, que no eran cubanos. Luego vino la sugerencia: “haz caso de tus maestros y habla sólo de esos que ellos te recomendaron”, pero al referirse a Huber Matos, aunque también dijo que no debía ser incluido en nuestro trabajo, sus palabras fueron exactamente: “sin él nos hubiera sido mucho más difícil derrotar a Batista, pero luego cometió errores” y más adelante, en tono de clara admiración, dijo algo que mucho me llamó la atención: “jamás entendimos cómo un maestro de escuela podía ser tan buen estratega militar”.
Años después, en mi casa de La Habana, el propio Eloy Gutiérrez Menoyo me contaría muchas de las anécdotas sobre la vida de Huber Matos que contradecían el discurso oficial. A pesar de que en aquellas historias yo evidenciaba sus naturales diferencias ideológicas y de concepción de la lucha, Eloy se refirió siempre a él como un líder popular, como un hombre inteligente, como un ser que sabía convencer con argumentos pero también liderar con el ejemplo; un hombre, en definitiva, de palabra y acción. Y me conmovió mucho que tanto Eloy como Huber coincidían en un aspecto que echaba por tierra la inflada valentía de Fidel Castro: ambos tenían muchas evidencias y vivencias de que era un cobarde, capaz de manipular las circunstancias para quedar como un valiente.
Aunque también por esas fechas entraban ya clandestinamente a Cuba muchos materiales donde encontré luz sobre zonas de la historia nacional en las que Huber Matos tuvo un protagonismo que la historia oficial no le reconocía, no fue hasta mi destierro que pude conocer la verdadera vida de este maestro devenido en hombre de guerra, que luego de tener mayor protagonismo que otros muchos de esos comandantes fieles a Fidel, apenas descubrió la trama siniestra de traición al proyecto democrático soñado por quienes se alzaron contra Batista, decidió renunciar y volver al magisterio. Pero su ejemplo, el respeto ganado en la Sierra Maestra, su alto sentido de la decencia y las terribles verdades que conocía sobre la cara real de los líderes guerrilleros, lo pusieron al centro de la diana del miedo de Fidel Castro, quien urdió uno de los más bochornosos montajes de denigración pública en la historia de Cuba, mintiendo al pueblo cubano sobre Huber Matos y, todavía más vergonzoso, no permitiéndole defenderse. Además de aniquilar su prestigio en un discurso, se amañó un juicio al cual sólo asistieron aquellos jefes que estaban cerca del poder, en el cual pidieron que el supuesto traidor fuera fusilado. Esa era la intención de Fidel Castro. Pero las palabras de autodefensa de Huber Matos conmovieron a todos los presentes, Fidel Castro se vio obligado a dejarle vivir, pero lo condenó a 20 años de cárcel. Huber Matos cumplió su condena, salió al exilio e inició así su carrera de opositor político, convirtiéndose en un mito gracias a su integridad, a su honestidad, a su limpieza de espíritu y a su idea de que, igual que cubanos de todas las ideologías y credos nos unimos para acabar con la dictadura de Fulgencio Batista, debíamos volver a unirnos en nuestras diferencias, como único camino para lograr la democracia limpia, abierta y verdadera que Cuba necesita.
Hace unos días agradecí mucho a mi querido colega y amigo, el escritor Camilo Venegas que escribiera un post donde contaba el día en que le pidió perdón a Huber Matos por haber caído bajo las mentiras del veneno que el castrismo nos inyectó. Camilo contó la emoción con la que fueron recibidas sus palabras de desagravio. Estoy seguro, aunque quizás Camilo no lo imagina, que Huber Matos sentía que a través de la voz de aquel muchacho que le pedía perdón le llegaba la voz de una generación entera, mi generación, la generación de mis padres, la generación de mis hijos…, el mensaje, en fin, de varias generaciones de cubanos que hemos logrado desprendernos de las taras de ese veneno. Me alegra saber que murió conociendo ya que aquel cubano, a nombre nuestro, le pedía perdón por haberlo dejado solo tantos años. Espero que otros, aunque no lo hayan contado, también alguna vez, cara a cara, desde la distancia o en sus mentes, le hayan pedido perdón. Y yo, aún cuando ya han pasado varios días desde su muerte, también lo hago con estas palabras. El ogro que nos pintaron era un maestro, un cubano ejemplar, así de simple.
Desgraciadamente no existe la historia, es vulnerable a los intereses; como las calles cambian de nombre y su fisonomía, con el tiempo.
El destino de la Historia es ser reescrita constantemente. Hoy ya nadie cree que el cuento de que la revolución cubana desarrolló el país. Todo lo contrario. Cuando triunfó la revolución, Cuba tenía un ingreso per cápita superior al de Italia y España. Los problemas sociales (analfabetismo, desnutrición, desempleo, pobreza), también tenían mejores indicadores que en Italia o España en aquel momento.
Estimado Amir, siempre te he considerado un lúcido exponente de la generación de jóvenes intelectuales nacidos casi una década después del triunfo de la revolución, que además llegada la hora de la verdad supieron poner por encima de todo, sus principios y su ética personal, con una muy digna y honesta proyección vital y creativa, por lo cual tuvieron que pagar un alto precio, pero a ustedes, con mayor énfasis aún que a la generación de tus padres, en la que me incluyo con mis 66 eneros a cuesta, intentaron lavarles el cerebro de una manera suave, casi ingenua, como algo que era natural e intrínseco de la vida cotidiana en aquel paraíso perfecto e inmaculado, aquel vergel de la utopía socialista que nos vendieron como el mundo ideal al que todos debíamos jurar lealtad sin límites, en la persona de los hombres-dioses, que al estilo de las más poderosas y estructuradas dinastías faraónicas, guiaban nuestras vidas hasta el más ínfimo detalle. Es por eso que como parte del rito en el que aquellos elegidos debían educarnos, estaba la satanización de todo el que intentara cuestionar la legitimidad del discurso oficial del Faraón de turno. Es por ello que durante décadas muchos creímos en la versión orquestada de un Huber Matos traidor y desleal a la confianza depositada en él por aquel proceso “más grande que nosotros mismos” como se decía entonces, solo que por entonces no sabíamos que nuestro tamaño para nuestros mesiánicos líderes era quizás, cuando más, el de un guayabito recién nacido. Al leer tus palabras de reconocimiento y homenaje al último Mambí, como muy acertadamente le llamara Carlos Alberto Montaner, no puedo menos que emocionarme y recordar una tarde del 2010 allá en México, en que una amiga tuvo la gentileza de mostrarme el documental cuyo guion había realizado años atrás para una entrevista que realizara a Huber en Miami otro destacado comunicador mexicano, la narración de aquel hombre ya anciano, con miranda digna y limpia, con aquellos ojos azules de una claridad singular y una lucidez mental impresionante a la hora de narrar hechos y circunstancias, desde sus lucha en la Sierra Maestra hasta las horrendas jornadas que lo condujeron a la prisión por veinte largos años y que fueron además el oscuro escenario en el que también desapareció otro de los líderes más carismáticos de aquella gesta, casualidad que hasta hoy se hunde todavía en todo género de dudas (precisamente los dos comandantes gloriosos que flanquearon la figura del caudillo en su entrada a la capital el 8 de enero), la versión de los hechos contada por Huber en aquella entrevista, sin una palabra de ofensa, sin una expresión que proyectara ni gota del odio visceral al que siempre nos tuvieron acostumbrados las intervenciones de la otra parte, fue como una bofetada al rostro, fue como el adolecente que descubre de pronto que el que fungió como su padre desde niño, no es su padre, sino un padrastro corrupto y megalómano, que te ha mentido y manipulado siempre tus convicciones y sentimientos. Luego vino la posibilidad de leer sus memorias y decenas de artículos y materiales que solo lograron fortalecer más aun la certeza de que habíamos sido vilmente engañados. No hay nada más que hacer ni que decir amigo. Gracias por tu artículo que dice muy bien lo que muchos pensamos. Gloria eterna al último Mambí.
Acabo de leer Cómo llegó la noche. Un libro estremecedor. Un hombre íntegro. Es alentador leer que se extiende cada vez más el conocimiento de su biografía política, humana, especialmente dentro de Cuba.
El único guerrillero y alto oficial del denominado Ejército Rebelde que mantuvo su moral hasta el fin de sus días.Todavía hoy estamos esperando que aparezca uno igual dentro de las filas de los veteranos de aquel grupo guerillero.
Estimado Amir, es muy emocionante ver que periodistas como usted puedan sintetizar la historia de Huber Matos de esta manera tan sincera. Su sentir está cargado de un profundo respeto para quien es y será uno de los héroes más valerosos de la historia de nuestro país. Mi nombre es Jesús Rafael y soy el autor de la serie disponible en Amazon “Profecía del Destino: Llave del Caribe”. Me gustaría tener su aprobación para colocar un QR que acceda a este sitio al final del cuarto libro, titulado: “JumanRuz: Falsa Religión”. En espera de su opinión: jesusr2h.us@gmail.com