De las palabras, las manipulaciones y los recuerdos 2
Publicado por tonimedina | Publicado en De Literatura | Publicado el 18-07-2010
Es de tontos negar que todos los niños cubanos teníamos derecho a educación gratuita. Es también de tontos negar que luego de 1959 la isla se llenó de escuelas, incluso en aquellos sitios tan intrincados de las montañas adonde no llegaban ni las señales de radio. Pero también es tonto negar que cada una de las clases que recibíamos eran inyecciones muy sutiles de doctrina, un muy fino, cuidadoso y sostenido lavado de cerebro.
Hace unos meses, un amigo me trajo desde La Habana dos de las libretas que utilicé cuando estudiaba en el nivel secundario para copiar las clases de literatura.
Es obvio que alguien se pregunte: ¿y a fe de qué Amir guardó esas libretas que, en la mayoría de los casos (las hojas eran de papel malo pero muy suave), suplieron la falta de papel sanitario en aquellas épocas? Y la respuesta es simple: cuando aún éramos jovencísimos aspirantes a escritores cierto escritor santiaguero llegó a nuestro taller literario y nos dijo que mientras más se escribía, más rápido se llegaba a esa “cima literaria” tan anhelada, y eso me lanzó a aprovechar los turnos de literatura, tres veces por semana, para escribir en aquellas hojas, ilusionado, historias que entonces me parecían geniales y que hoy, mientras las leo, me parecen perfectos atentados contra la literatura, aunque las contemple todavía con nostalgia y cariño. Por eso, por simple y llana nostalgia, conservo esas libretas.
En aquellas clases no necesitaba prestar mucha atención, sólo la necesaria para no ser regañado pues, casi todo lo que nos daban los profesores, ya mis padres, maestros de los de antes (es decir, enciclopedias con piernas), me lo habían hecho leer cuando descubrieron que era mejor tenerme tranquilo leyendo, sabiendo que me gustaba hacerlo, que dejarme mataperreando por el pueblo. Habían aprendido la lección de un modo, digamos, ejemplar: cierto mediodía, asombrado porque en la carnicería del pueblito de Holguín donde vivía, habían llevado a vender carne de tiburón martillo, convencí a mis amiguitos y velamos a que el carnicero entrara a su casa para almorzar, descolgamos un hermoso ejemplar de aquellos tiburones y nos fuimos al río a jugar.
— Todavía recuerdo la paliza que te dio tu padre cuando nos descubrieron en el río – me dijo hace unos años en La Habana el hoy doctor Juan Carlos Romero Oliva, uno de aquellos traviesos muchachos.
Pero también hoy, además de conservar esos primeros escritos por razones sentimentales, y ya centrado en escribir estas anécdotas sobre los adoctrinamientos que recibíamos desde niños en Cuba, he podido rescatar pequeñas joyas como estas:
“El Cid Campeador fue el primer revolucionario español y dejó una huella indeleble en el espíritu de libertad de los desposeídos de España”.
“Pablo Neruda fue un luchador antiimperialista que supo ver la grandeza de la Revolución Cubana. No por gusto su más grande obra literaria está dedicada a los pobres de la tierra”.
“Para llegar a ser nuestro Poeta Nacional, la gloria mayor de nuestras letras, Nicolás Guillén tuvo que escribir su glorioso y eterno poema Tengo, donde habla de las desgracias que vivían los pobres de nuestro digno pueblo en el capitalismo y de cómo la Revolución los transformó en hombres felices y convirtió sus sueños en realidades”.
Por ese estilo, hurgando en mi memoria, encuentro a un Balzac revolucionario, que supo mostrar en sus novelas la verdadera cara de la burguesía; o a un Boris Polevoi que, con Un hombre de verdad, había demostrado la superioridad de la literatura revolucionaria socialista; o a un Máximo Gorki que, con La madre mostraba el espíritu combativo y guerrero de la mujer rusa que vaticinaba un futuro mejor mediante la reivindicación del papel de la mujer en la sociedad; o a un Juan Rulfo que había decidido denunciar en sus cuentos la difícil y miserable vida de los campesinos mexicanos; o a un Miguel Hernández que había lanzado el dardo de su pluma contra la pobreza extrema de los niños yunteros españoles; o a un Vladimir Maiakovsky, que había sido el primero en poner la poesía al servicio del socialismo recitando sus poemas revolucionarios al pueblo ruso desde las tribunas …
Para no olvidar que de la literatura cubana la mayor parte del poco tiempo que se dedicaba a esa materia se priorizaba para:
Espejo de Paciencia, de Silvestre de Balboa (era importante, lo recuerdo, escribir una composición sobre el ejemplo de rebeldía del negro Salvador Golomón);
Aletas de tiburón, de Enrique Serpa (sí, y para coincidencia, mi profesor había nacido en Casilda, un pueblito de pescadores, y recalcaba, porque “lo viví en carne propia”, nos decía, el duro destino de los pescadores cubanos en el capitalismo);
“Elegía a unos zapaticos blancos”, de Jesús Orta Ruiz-El Indio Naborí, y “Romance de la niña mala”, de Raúl Ferrer (el primero, repetían, para enseñarnos el alma criminal del imperialismo que nos invadió en Playa Girón y arrebató a niños como Nemesia el sueño de tener unos zapaticos blancos; y el segundo, para que viéramos un ejemplo de cómo en nuestro pueblo siempre hubo una semilla de rebeldía contra la desigualdad). Sin olvidar, por cierto, que nos hacían aprender esas dos obras para recitarlas o dramatizarlas en los actos políticos de la escuela”;
“Tiempo de cambio”, de Manuel Cofiño, cuento que, nos decían, eran la prueba literaria más viva de cómo la Revolución había acabado con la prostitución permitiéndole a las prostitutas la reinserción en la nueva sociedad que se construía;
O José Martí, el “Autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada”, el “gran precursor de la Revolución Cubana”, de quien, por cierto, nos enseñaban sólo su poema “Yugo y Estrella” (con ese título, ¿debo recordarles de qué trataba la obra?), aunque, para refrescar, nos soltaran algo de sus “Versos sencillos”.
Como diríamos en Cuba: “con esos truenos”… si las clases de literatura históricamente, en todos los sistemas, han sido detestadas por los alumnos, habría que tener alma de masoquista para que nos gustaran. Ni yo, que tenía pasión por la lectura, soportaba aquellos turnos, que conste.
Y aunque es también cierto que los alumnos recibían una amplia información sobre la creación literaria en Cuba y el mundo (algo que hasta donde sé no es común en los programas educativos de otros países), según lo veo ahora, la deformación estaba en impartir la literatura sólo como un arma de lucha, restándole así la posibilidad del disfrute de lo estético, entre otras cosas. Porque lo importante en aquellos programas de estudio era la participación social del escritor y no tanto la obra en sí, sus valores, sus aportes…
Hoy sigue siendo así, quizás con la diferencia de que se han incorporado a la escena nuevos “escritores revolucionarios”. Uno de ellos, por sólo poner un ejemplo, es Antonio Guerrero, uno de los cinco cubanos, prisioneros en Estados Unidos, por labores de espionaje para Cuba. Hoy, básicamente a los niños de primaria y secundaria, se les hace leer sus poemas (si es que, con perdón, puede llamársele a eso poesía aunque algunos colegas en la isla lo hayan proclamado un “gran poeta”) y hasta se hacen concursos donde se premian a los que mejores cartas de apoyo escriban a Antonio o a cualquier otro de esos cinco espías.
Lo importante, para los metodólogos (¿o debería decir estrategas políticos?) que elaboraban (y elaboran) los programas de estudio ha sido sembrar en la mente del niño, del adolescente, la idea de que todo, to-do, TODO, puede sacrificarse “en aras de la Revolución Mundial de los pobres”, como lo demuestra (según el punto de vista que le dan a las biografías) la vida de esos escritores que estudian los muchachos en las escuelas de la isla.
Para colmo de los colmos, una de mis profesoras en aquellos tiempos (y juro por mis hijos que no es un chiste) se llamaba Victoria Segura.
Qué tal, Amir. Estás casi igual, sólo que un poco más gordo.
Y por supuesto, siempre escribiendo con ese gran talento que Dios te dió. Enlazaré tu post con mi pagina en Facebook.
Espero verte algún día por Berlin o España.
Un abrazo.
(Poveda)
Hola Amir: He leido con cierta nostalgia tus recuerdos de estudiantes, ha sido muy bueno que hayas recobrado esos apuntes y que lo expongas con maestría, es un retrato fiel y que como madre de estudiantes lo viví muy de cerca. De aquella época te conozco y admiro tu trayectoria.
Un abrazo
[…] Valle, en su blog: De las palabras, las manipulaciones y los recuerdos […]
Amir, cuántos recuerdos…Ahora me viene a la mente el libro de Lecturas Literarias, de sexto grado. Ahí creo que venian Aletas de tiburón y desde luego, Guillén, siempre Guillén. Pero también que había un romance español, «Romance de la doncella guerrera» o quizá de la princesa guerrera, que no lo leíamos por considerarlo…ideológicamente desviado. Espero la tercera parte de tus crónicas….
Sr. Valle, soy latinoamericano, del país adoptivo de Gardel, y he vivido algún tiempo en Cuba hasta el 2009. La he conocido a fondo, de Oriente a Occidente, y recientemente he escrito algo sobre la realidad esa isla maravillosa, que he publicado por ahí en tres partes, con este seudónimo; no es algo precisamente benigno sobre la realidad cubana. En 2006, en La Habana, he leído su esclarecedor libro «Las Jineteras», que me encantó. Se lo he prestado a cubanos que lo leyeron a escondidas y me dijeron: «es así la cosa, tal cual las relatan aquí». Ahora quisiera saber si su libro «Habana Babilonia, la cara oculta de las jineteras» va en el mismo sentido. También me interesa «Largas noches con CFlaia», veré si lo consigo. Un abrazo.
Hola Oscar, Jineteras y Habana Babilonia es el mismo libro, con diferente título. Cuando lo publicó la editorial Planeta me propusieron el título «Jineteras» porque según ellos era más directo, más fácil de promocionar, pero en la edición de bolsillo de Ediciones B ha salido con el título original: Habana Babilonia. Largas noches con Flavia se está vendiendo actualmente en las librerías de España.
Gracias por tus elogios
Recuerdo la novela de José Soler Puig, Bertillón 166.
La maestra nos mandaba de tarea leer cada capítulo para, en la clase siguiente, hacernos comentarlo y así comprobar que lo habíamos leído.
Y también en la clase nos hacía leer algún párrafo «de los más revolucionarios», de pie, en voz alta, para evaluar la lectura y posteriormente la comprensión. Ni te cuento de las preguntas escritas «sorpresa» en medio de la clase…
La recuerdo porque por esa época pasaban en la tele una novela cubana relacionada con la clandestinidad y hasta a la misma maestra se le hacía un rollo cuando confundía a los personajes del libro con los de la serie televisiva, dime tú…
Saludos, Amir!!
Hola, Amir:cuantos recuerdos brotan de mi cerebro al leer tus memorias de los tiempos de aprendizaje. Mi examen del bachillerato, asignatura «alemán», había que escoger entre tres temas el que más nos convenía. Dos de ellos trataban sobre cuestiones sociales-filosóficas y el tercero sobre «La madre» de Maxim Gorki. Imagínate: el examen sobre literatura alemana!!!
Durante mis estudios en la universidad de La Habana, sin embargo, he tenido el privilegio de conocer y aprender un mundo sobre literatura ibero-americana. Hemos tenido profesores magníficos e/o de Espania, Mejico) que merecían el titulo de profesores. Sería porque éramos un pequenio grupo de estudiantes extranjeros, que nos hicieron partícipes de las letras hispano-americanas sin teques, sin inyecciones ideológicas, sin lucha revolucionaria y sin combatir los rezagos burgueses?
También recuerdo los contenidos de las clases de literatura de mis hijos cubanos: la misma historia que tu cuentas. Y qué decir de mis trabajos escritos por encargo! Cada artículo, cada ensayo han tenido que redactarse en un lenguaje estrictamente «revolucionario», cada párrafo contenia una buena dosis de ripio obligatorio. Hemos vivido experiencias muy similares!
Monika
Querida Monika,
sé bien que tú intentaste luchar contra esas cosas, como se puede ver en el documental sobre tu vida en Cuba: «La reina del Condón». Y creo que realmente lo que viviste merece ser contado en más detalles, quizás en un libro. Lamentablemente, como dice otra persona, es una realidad que sigue: te cuento que en sólo un par de días, desde que colgué este pequeño recuerdo, me han escrito a mi email varios amigos y colegas desde Cuba para contarme experiencias similares, tristes, cómicas, desternillantes, desesperanzadoras, pero (otra vez lo mismo) no quieren que sus opiniones salgan en mi blog porque todavía viven en Cuba y tienen miedo.
Hola Amir:
Tengo un blog (http://losdiasnovolveran.blogspot.com/) en el que repaso momentos claves de mi vida de adoctrinamiento en Cuba y tengo también una sección para «la vida de los otros». Me encantaría publicar este post en mi blog.
saludos, Mirta Suquet
Bravo, Amir. Genial y encantador. Gracias por compartir tus ideas.
No obstante algún día a alguien se le ocurrirá «limpiar el fondo de las palabras», como decía Umbral, y no utilizar el adjetivo «gratuito» para calificar a la educación pública.
Gratuito significa de balde… Cuando te arrebatan forzosamente el 95% de tu sueldo y expolian el 100% de tu patrimonio natural para darte a cambio un servicio de enseñanza… llamarlo gratuito es una necedad. Público, de acceso global… Sí. Aunque quizás su mejor calificativo sea simplemente carísimo.
*Nota: Esta corrección de tocapelotas se puede aplicar a casi cualquier país. En España es lo mismo pero con menos robo y menor expoliación -que se sepa…-.
Un abrazo.
Mira el lavado de cerebros no era ni fino, nio sutil, ni cuidadoso, sostenido si, hombre. Era y sigue siendo burdo, evidente y encima de mal gusto. Has visto algo mas cheo, que un mural de pioneros? Se ha visto algo mas ridiculo que un matutino escolar, has visto algo mas kitsh que los actos «culturales»dedicados a la «roboilusion»?
En fin, un saludo, gracias y siempre siempre Abajo la dictadura!!!!!!!
me gusto mucho lo que escribiste pues yo me refugiaba en los libros y viajaba y me convertia de espectadora en protagonista de ellos. Pero Cuba me sigue doliendo mucho y no me resigno a vivir lejos de mi tierra pues con todos sus defectos para mi es la mas linda del mundo.
Querida Mirtha,
creo que para la mayoría de los cubanos Cuba es una isla que se adora, se anhela, se extraña, a pesar de todos los problemas. Tengo un amigo, alemán, que dice algo así como que «Cuba es una isla tan impresionantemente encantadora que ni los desastres de cien gobiernos pueden afearla».
Amir
Amir:
Todo muy interesante. Yo sali a los 16 en 1962, asi que me perdi mucho de lo que cuentas. Lo interesante es como la juventud hace el juego… aprende temprano como es el juego … y responde, pero manteniendo adentro una realidad distinta. Despes de un rato, las mentiras demuestran tener patas cortas… y todos los trucos se descubren.
En otras palabras… de la misma forma que te diste cuenta de que todo era un cuento… espero que otros tambien se dieron cuenta… y que tarde o temprano Mama Natura acabara llamando a los dos tiranos y algo bueno salga del cambio que tiene que venir tarde o temprano…
Se ha perdido mucho tiempo… no se cuanto tiempo va a tomar recuperar todo el tiempo perdido y que la poblacion pueda acercarse a tener una vida mejor
Creo que son muy oportunas las aclaraciones de Manué y Maribel Reyes.
Lo cierto es que hay educación pública (no gratuita, porque eso no existe) en muchísimos países, sin tan descarado adoctrinamiento.
Yo recuerdo que estudiando La Iliada (¿o es Ilíada?) en onceno grado, nos aprendíamos el teque de que Aquiles no podía ser un héroe en nuestro tiempo porque era individualista, jactancioso, y no luchaba por el bien de su pueblo sino por el suyo personal. La maestra insistía en que aquello era «materia de examen», y efectivamente lo fue. Qué manera de atracarse.
Pre ,años 70,examen Literatura Universal
?En cual circulo del infierno de La Divina Comedia de Dante colocarias a Nixon?
Querido Amir, hermosas palabras que hablan nosólo por ti, también por otros que si
no las han tomado como suyas, deberían hacerlo.
«La libertad de los locos es una de las pocas coss hermosas que todavía hoy hacen
habitable este mundo»
DE acuerdo. Gracias.
Félix Luis Viera
victoria segura? buenooo
pero creo que mas triste que lo que nos daban tratando de valorizar su razón de ser política y social sobre los valores estéticos de la obra de arte, y que a la larga sabíamos que aquello ‘significaba’ algo mas que lo que se nos decía, es lo que se nos ocultó, aun de lo nuestro, por solo decir tres nombres lezama, reynaldo arenas y gastón baquero
Vasto es el tema, Amir. La manipulación es ubicua y sutil, cuando no está por todas partes y es obvia y machacona. Lo curioso es que uno llegara a incorporarla como una segunda piel y a usarla como propia. En mi primer libro «El secreto del colmillo colgante» cometí la deplorable dedicatoria: » A los combatientes del MININT, que aseguran el presente y a todos los pioneros, que garantizan el futuro». Cabría pensar que tras ese epígrafe solo podían venir páginas de absoluta y aburrida propaganda, pero lo cierto es que yo era escritor pese a todo, y respetaba la literatura y a los niños, antes que todo. De modo que, fuera de uno u otro exabrupto que casi podría atribuir a mi torpeza literaria de primerizo, lo que publiqué fue una novela de aventuras que refrescó bastante el pesado ambiente de la literatura infantil cubana de la época.
Ocasión tuve de lavar mis pecados, y en el mismo sitio: en 1999 se publicó mi cuarto libro cubano (a esas alturas yo tenía una docena en otros países): La bruja de La Habana Vieja (Editorial Capiro), y estuve visitando escuelas de Santa Clara. Al salir de una de ellas, una maestra me agarró por la manga y me susurró, con aire entre culpable y conspirador: «¡Gracias, muchas gracias por publicar un libro divertido, que nos saca de lo mismo…» No precisó que LO MISMO era la propaganda cotidiana, el encierro en las cuatro verdades de la Isla.
Sospecho que es por eso mismo que, unas semanas más tarde, la dirección de los CDR en Provincia Habana pidió al Instituto del Libro la «recogida» del libro. No entraré en detalles porque se le dio una respuesta «salomónica» al problema: que mi libro solo se vendiera en las provincias centrales donde había sido editado.
Es que el Teque sigue siendo categoría estética en la tierra de Liborio.
No me quedó claro si Rosell escribió su dedicatoria por oportunismo, por confusión o por convicción, o por una mezcla de las tres cosas.
He oído hablar de los CDR: los Comités de Defensa de la Revolución. Es asombroso que una organización de vigilancia pueda pretender competencias en el terreno de la literatura, de la cultura en sentido general.