El 2014 fue un año en que decidió aceptar sólo algunos compromisos para darle el toque final a su novela Mi nombre es polvo, un largo proyecto sobre el mundo psicológico del tatuaje al que había dedicado más de tres años de investigación hasta conseguir todos los detalles, claves históricas y peripecias que necesitaba para conformar la vida del complejo personaje protagónico de esta obra.