ABC Cultural, España, 6 de julio de 2002
Por Fernando Martínez Laínez
Representante de la nueva generación de escritores que rehuye el exilio y ha decidido permanecer en Cuba para continuar su propia búsqueda personal, con la mano tendida a los que se marcharon, Amir Valle (1967), aunque casi desconocido en España, es una figura destacada en el panorama literario de la Isla. Ganador de importantes premios literarios en su país, Valle es también periodista combativo, creador de un servicio en Internet sobre literatura cubana, con el que pretende suplir la desaparición de la revista electrónica Letras en Cuba. La revista fue «obligada a desaparecer» por razones políticas, aunque Valle no se rinde y sigue escribiendo. Lo último de él aparecido en España es una novela negra en toda regla. Una turbia historia que se adentra en los sumideros de la prostitución homosexual de La Habana, un mundo sórdido y putrefacto que representa la otra cara de la moneda del famoso turismo sexual y folclórico de ron y mulatas. Valle no hace artificiosa «habanería» verbal y utiliza los modismos justos. Su estilo es sólido y escueto, encajado con el procedimiento policiaco, un tanto irregular, que lleva a cabo el teniente de la policía criminal Alain Bec, protagonista del relato, para vengar la muerte de la hija de un amigo, asesinada junto a su novio (Cristo), un macarra chantajista bisexual.
De corte diferente, aunque también negra de solemnidad, es la novela Mundos sucios del habanero José Latour (1940), escrita originalmente en inglés con el título de Outcast y publicada en Estados Unidos, donde llegó a finalista del prestigioso Premio Edgar y fue seleccionada por el periódico Los Angeles Times entre las mejores obras de ficción aparecidas en el año 2001. Latour, combinando la atmósfera de los clásicos de la serie negra norteamericana con la realidad del día a día cubano, elabora un relato con personaje y escenario entre dos mundos, La Habana y Miami, dos ciudades muy próximas no sólo geográficamente. Para eso, centra la acción en un protagonista, Elliot Steil, hijo de madre cubana y padre estadounidense, cuya mediocre y desalentada vida como profesor de inglés en La Habana se anima cuando un inesperado visitante, que dice ser amigo de su padre fallecido, le ofrece la ocasión de emigrar clandestinamente a EE.UU. Steil acepta, pero para su desgracia se ve traicionado y abandonado en las peligrosas aguas del estrecho de Florida. A partir de ahí, no es difícil imaginar que las ilusiones de Steil se transformen en deseos de venganza.
Latour, además de buen observador crítico de la realidad cubana, ha seguido, leído y estudiado -como muchos de sus compatriotas intelectuales, que lo confiesan sin complejos- a los clásicos de la novela negra norteamericana y sus herederos. Con este equipaje, bien aprovechado, traza una historia que mantiene la intriga y sumerge al lector en el submundo violento y corrupto de las mafias de Miami. La novela Mundos sucios demuestra, por si hiciera falta, la vitalidad de una cantera cubana de escritores que, contra viento y marea y con desigual fortuna, intentan describir la realidad social en la que viven partiendo de un entorno criminal propio, que ninguna propaganda oficial consigue ocultar completamente.
Hay una cantera cubana de escritores que intentan describir la realidad social en la que viven que ninguna propaganda oficial consigue ocultar.