El Nuevo Herald, Estados Unidos, 9 de julio de 2016.
Por Raúl Rivero Castañeda
El gobierno cubano liberó unos racimos de plátanos burros o manzanos.
Dio a los cubanos el privilegio de forrar botones
Les recomiendo un libro de notas escritas por Amir Valle, que se titula Palabras amordazadas
De todas las argucias que el régimen cubano despliega para convencer a propios y extraños de su supuesta voluntad de cambios las que van de cabeza al pozo brujo y sin tiempo para los últimos son las que tienen que ver con la censura, el control de la prensa y la literatura y, en general, con el universo de la libertad de expresión.
En otras zonas del escenario nacional el gobierno liberó unos racimos de plátanos burros o manzanos, permite unas mesas particulares en ciertos restaurantes y le dio a los cubanos el privilegio de forrar botones, como una muestra de los avances hacia el capitalismo de uantutri que ellos promueven.
Ahora bien, los anuncios sobre una eventual flexibilidad en el dominio de la libertad para escritores y periodistas siempre son imprecisos y sombreados. Y todavía nadie ha podido ver, en ese campo, ni un solo crecer o comercializarse un plátano en libertad, ni se han visto botones forrados en los ojales de las guayaberas.
Esos mensajes que prevén, en un porvenir sin almanaques, nuevos tiempos para los medios y la libertad individual tienen receptores dentro de la geografía de la isla y algunos otros en el exterior. El problema es que tantos los creyentes de Cuba como los del extranjero estuvieron representados en las reuniones donde se hicieron los planes quinquenales para los esperanzados y allí recibieron la tarea de esperanzarse. También es verdad que pueden existir ilusionados por cuenta propia.
A todos ellos, a los ilusos que vendrán, a los creyentes que les conviene dejarse engatusar y a quienes quieran conocer un testimonio original de la censura en Cuba les recomiendo un libro de notas escritas por Amir Valle (Guantánamo, 1967). Lo acaba de publicar la editorial Eva Tas Fundation, de Ámsterdam, y se titula Palabras amordazadas.
La trascendencia de esta colección de trabajos radica, entre otras cosas, en que Valle hace una travesía por algunos de los más importantes episodios de la censura en su país a lo largo de medio siglo. El viaje empieza allá por 1959 y termina en estos tiempos que, como se sabe, algún día llamarán antiguo. El escritor hace ese periplo asistido por la fuerza de su dominio del idioma y por la sensibilidad que lo han convertido en un prosista de renombre internacional. Valle vive ahora exiliado en Alemania.
Sí, hay que leer este libro de Amir Valle porque es un corrientazo contra la propaganda y las triquiñuelas del régimen. Una obra que completa y actualiza el panorama del sistema de la censura castrista con un prólogo lúcido y de alta temperatura de Ángel Santiesteban Prats, otro autor perseguido en Cuba.
Ellos dos lo que cuentan en el libro son sus experiencias como testigos especiales de la orfebrería y la pasión de la dictadura por amordazar palabras y matar ideas.