Si Cristo te desnuda

Revista Lateral, España, No. 105, Septiembre de 2003

Por Irene Renau Araque

La muerte de dos amantes, cuyos cadáveres son encontrados justo como se quedaron después de culminar el acto sexual, es el desencadenante de esta novela negra situada en los barrios marginales de La Habana: un submundo de negocios sucios, droga, prostitución, chantajes y leyes al margen de la ley que no aparece en las guías turísticas.

Dentro de este ambiente, Amir Valle, escritor y periodista cubano nacido en 1967 y una de las voces jóvenes de la narrativa isleña, ha creado una historia de corte totalmente clásico, de escuela, podríamos decir, en la que el lector puede recrearse con los viejos recursos del género negro, que tan jóvenes y en tan buena forma se ven aquí. Presenta el típico caso de: amigo de policía pide ayuda extraoficial para esclarecer la muerte de un ser cercano (en este caso, su hija), y, de paso, vengarse del posible asesino. Poco a poco, tirando del cordel, el protagonista va desentrañando un amasijo de relaciones de poder, odios y venganzas en el que nadie puede tirar la primera piedra.

Con un estilo crudo y contundente, sin concesiones, Valle rompe con el decoro literario tradicional, sobre todo en lo concerniente al sexo y a la escabrosidad: «Desnuda, con sus grandes glúteos y su sexo de vellos negrísimos, abierto, aún con signos de la humedad del coito [.] encima del muchacho que aún tiene los ojos abiertos, pero ya con el vacío de la muerte en la retina.» No es novedoso, pero sí atrevido este compromiso estilístico con la realidad, que también se refleja en la propia narración, escrita desde la marginalidad, desde el lado opuesto al oficial. Así, Valle y otros autores han dado un giro al género en su país, que comenzó siendo escrito casi al dictado del régimen. Se percibe el pulso que el autor tiene con la censura, cómo critica sin criticar, por ejemplo, a la propia policía en la figura de Alain, el protagonista: cómo, en el clímax de la novela, Alain se deja llevar por sus pasiones y sed de venganza y quebranta la ley; con ello podemos deducir que no puede esperarse mucho de unos policías que, pretendiendo luchar contra asesinos y rufianes de la peor calaña, acaban comportándose como ellos.

Dos únicos reproches: en primer lugar, hay ocasiones en que Valle no utiliza a favor de la intriga recursos tradicionales del género como el flash-back, pues adelanta en exceso lo que va a ocurrir (vemos a Alain recordando los hechos a menudo en un ambiente ya relajado, y eso rompe la expectación); en segundo lugar, los personajes son demasiado uniformes psicológicamente, su empecinamiento en no evolucionar hacia ningún lado ni un centímetro hace que puedan parecer falsos o poco creíbles, especialmente en el caso del protagonista. En cualquier caso, son fallos «técnicos» compensados por una visión rica de la realidad, y comprometida con ella.