Mucho habrá que decir sobre este narrador que abrasa su realidad con su prosa irreverente, como quien busca descubrir hasta el olor posible de la ceniza del mundo que narra, si sucediera ese incendio del cual brotarán sus personajes, más que como fantasmas de muertos sin nombre, como Aves Fénix que defenderán las leyes clandestinas que le insuflan la poca vida que padecen».
En: «Gritos de la Novela Negra Latinoamericana: un bojeo escudriñador».
Boletín De Negra Estampa. No 4. Universidad de La Laguna, 2001.
Manuel Vázquez Montalbán
Refiriéndose a Las palabras y los muertos.
«La novela es excelente y me siento honradísimo por tu generosa dedicatoria, Como sabes de sobra, todo lo que toca a Cuba me afecta de manera muy especial. Mucho temía que, al escribir sobre un tema que te toca tan de cerca, tu novela fuera un ensayo político disfrazado de ficción. Afortunadamente, no es nada de eso. La historia interesa por sí misma y de ella transpira, como en las mejores novelas comprometidas, una visión crítica que es ética y cultural antes que política. Se lee con interés, expectativa y, por momentos, con un humor que descarga la insoportable y opresiva tensión.»
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010
Querido Amir,
he tenido durante mucho tiempo una conciencia culpable porque todavía no había podido darle las gracias por su hermosa novela Las palabras y los muertos. Así que gracias por esa mirada sobre Cuba, que por desgracia todavía no está en el final de la dictadura. Me puedo imaginar cómo se siente. Cuando vivía en Rumania, también tuve la sensación de desesperanza que hay en su novela.
Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009
En el vuelo Berlín-Miami (9 horas y otras tres de retraso) leí y disfruté intensamente Las palabras y los muertos. Me parece un libro bien logrado. Fue escrito, publicado (y premiado) cuando parecía inminente la muerte de Castro. La obra comienza con una frase lacónica: «Fidel ha muerto». Era el momento perfecto para pasar revista a este medio siglo absurdo de dictadura y atropellos. Amir tuvo el buen juicio de adoptar la perspectiva del Comandante y de su entorno. Eso le da verosimilitud al libro. Es una novela que entra muy inteligentemente y con gran información en los secretos del poder y examina con un ojo riguroso a la camarilla que lo ha ejercido. Por sus páginas desfilan una buena nómina de canallas, cortesanos y otros tipos pintorescos cuyos perfiles suele dar el novelista con un par de pinceladas generalmente certeras. No estoy seguro de que Raúl Castro, Ricardo Alarcón o Ramiro Valdés sean como los dibuja el autor, pero ahí entramos en un terreno totalmente subjetivo. Estoy seguro, en cambio, de que esta narración debe haber caído en La Habana como una bomba de neutrones. Lo bueno de que la premisa («Fidel ha muerto») no se haya cumplido todavía, es que sin duda el Comandante ha leído el libro y ha podido comenzar a imaginarse cómo será el juicio histórico. Ya sabe que no lo van a absolver.
Carlos Alberto Montaner, escritor y periodista cubano
«Es una novela de gran solidez narrativa, bien redactada y construida, sobre la base de unos diálogos hábilmente desarrollados, un argumento contundente y una conclusión acertada y sorprendente. Ambientada en Cuba, se destaca por su amenidad y desenfado, con excelente riqueza episódica y muy divertidas situaciones, ingeniosas y bien pensadas. Se trata desde luego de una novela muy vargallosiana, en la que confluye el oficio del narrador junto al afán de originalidad y el gusto por distraer a su lector y comprometerlo con el contenido de lo novelado. En todo caso, excede los límites habituales de los concursos literarios al uso. De ahí nuestra satisfacción, como jurados, al comprobar que la calidad literaria del texto, junto a la destreza de su organización técnica, evidencian la maestría de un escritor que ha superado ampliamente los prolegómenos de la promesa, para ubicarse dentro de una madurez que alcanzará, sin duda, los mejores y esperados frutos».
Jurado del Premio Internacional de Novela Mario Vargas Llosa 2006
Las palabras y los muertos, de Amir Valle Ojeda, es una novela excelente, sorprendente por la alta calidad de su estilo y lo reciente de su creación, al narrar, con un sorprendente sentido del humor, sucesos históricos y acontecimientos reales que se están produciendo ahora mismo en la isla.
Francisco Javier Díez de Revenga. Secretario del Jurado
del remio Internacional de Novela Mario Vargas Llosa 2006
Es una novela excelente, profunda y de altura narrativa… me ha dejado el deseo de buscar el resto de las novelas negras tuyas que no he podido leer.
Fernando Marías, escritor español
«Es una de las mejores novelas que he leído en los últimos veinte años. Apretaste, hermano. Me atrevo a decir que es una novela que va a quedar en la historia de las letras cubanas».
Justo Vasco, escritor cubano
«La ‘Fidelidad’ impidió la revolución de la novela en Cuba y ahora Amir Valle, después de escuchar a Fidel Castro durante tanto tiempo, se rebela, nos cuenta lo que la isla susurraba, y escribe la primera «Novela de la Revolución».
José Manuel Martín Medem, periodista y escritor español,
ex Corresponsal de TVE en Cuba.
…terminé la novela, abatido por la lucidez narrativa del texto y convencido de que a Cuba le acababa de nacer su tercer narrador determinante, luego de Carpentier y Soler Puig.
Ladislao Aguado, escritor cubano
Revista Hispanoamericana de Cultura OtroLunes
Amir Valle ha escrito un tratado de la Revolución Cubana bajo la forma ficticia del testimonio y la biografía, ambos productos de la ingenuidad expresiva y la memoria viva de un hombre trágicamente ausente de la historia que vivió. «Las palabras y los muertos» ofrece una larga reflexión sobre las formas de dominación y la presencia fantasmática del Líder Máximo a lo largo de su vida. Esta novela incita a pensar el exilio, la homosexualidad, la incoherencia radical que es la raza y el paradójico poder de la invisible cultura popular como elementos constitutivos de la identidad nacional cubana, todo con una escritura elegante, precisa y renovadora.
Luis Perez-Simon, escritor salvadoreño
No deja de producir cierta aprensión aproximarse a una novela sobre la muerte de Fidel Castro Ruz, justo cuando en la vida real el mandatario cubano lleva seis meses luchando contra la parca. De entrada, parece demasiado oportunista. Pero una vez superado el prejuicio, lo que encuentra el lector es un muy bien escrito relato que retoma el tema de la dictadura revolucionaria, desde el punto de vista del pueblo raso, el mismo que pone los muertos y hace cola para acceder a sus raciones de comida. La soledad del poder, que obsesionó a los integrantes del boom desde Carpentier hasta Vargas Llosa, es también el tema de este escritor, sólo que su forma de aproximarse al mismo tiene mucho de original y dota al relato de una frescura que permanece desde la primera hasta la última página. Aparte, Amir Valle es cubano de nacimiento y demuestra que sabe muy bien de qué está hablando.
Samuel Espada. El Tiempo, Bogotá, Colombia.
… es lo mejor que me he leído en los últimos cuarenta años de literatura cubana. No creo que después de El Siglo de las Luces se haya escrito en Cuba otra novela como Las palabras y los muertos. Asombrosa a los cuarenta años. Hay que ser muy escritor para esa hazaña.
Manuel Vázquez Portal, escritor cubano