Luis Pulido Ritter, escritor panameño
El autor Amir Valle, cubano, periodista y escritor, nos ha entregado una “biografía novelada” (ver entrevista Hugo Spadafora: un hombre del futuro), con la que solventa la dificultad historiográfica, la ausencia de datos y la tergiversación, con la ayuda de la ficción para darnos un hombre de su época (y la nuestra) en toda su dimensión humanista, política y familiar. Aclaremos: no se trata de que la ficción reemplazca a la realidad, tampoco que la ficción y la realidad se fundan en una especie de “realismo mágico”, no. De lo que se trata es que la ficción entra donde los datos y las informaciones llegan a su límite, es decir, bajo la piel del hombre que ningún registro “objetivo” puede darnos. Esta “biografía novelada”, que es contada en tercera persona por un autor omnisciente (que, por cierto, también reconoce sus límites como buen periodista que es) recurre a las técnicas y pesquisas de la investigación, como la entrevistas (más de doscientas), la revisión de documentos familiares (memorias escritas, notas y conversaciones) e históricos, periódicos y revistas. Pero también la visita directa a los lugares que, en la corta e intensa vida de Spadafora marcaron su vida, como Guinea Bissau en África.
El libro se divide en diecinueve capítulos, incluida la última página, los agradecimientos y la bibliografía. En la última página, el autor nos habla, un poco de manera positivista, de la siguiente manera. “…desde el primer momento manifesté mi intención de escribir una biografía autorizada imparcial en la cual se impusiera la verdad de los hechos por sí mismos y no una u otra visión (negativa o positiva) sobre la vida y accionar político de Hugo Spadafora”. En efecto, hay que imaginarse el reto de Valle para re-construir a su personaje en medio de la gran maraña de información, documentos y anécdotas. Hay que encontrar un hilo, una línea, y, en este sentido, el autor no solo se sometió a la “verdad de los hechos”. El Hugo Spadofora que leemos es el personaje que también supo construir el autor, un personaje que, como muy pocos en aquel momento, vivió los años más idealistas de la lucha anticolonialista como guerrillero al lado de Amilcar Cabral a finales y principios de la década del sesenta y setenta en Guinea Bissau.
En Panamá no se han escrito prácticamente biografías de los personajes políticos que marcaron el siglo XX en el país. A excepción de la de Belisario Porras, no existen biografías de Arnulfo Arias y, más sorprendentemente aún, del General Omar Torrijos Herrera, quien firmara en 1977 el tratado que le devolvería a Panamá su ansiado Canal. Tampoco de Remón Cantera y de otros personajes políticos, populares e históricos, que han marcado la vida del país. Y para no cerrarnos con respecto a la gran tragedia de un país, no se puede dejar de afirmar que, si hay un personaje en la historia política de Panamá, que a quien se le debería escribir una biografía, precisamente por sus maldades, sus traiciones y sus múltiples juegos con los norteamericanos, los revolucionarios y el narcotráfico, es al siniestro Manuel Antonio Noriega, que, para expulsarlo del poder, fue necesario una intervención militar (norteamericana) que le costó la vida a cientos de panameños que murieron calcinados por bombas y metralla en una terrible noche de diciembre de 1989, poco días después de haber sido derrumbado el muro de Berlín, terminándose con este acontecimiento uno de los capítulos más trágicos de la especie humana, donde las guerras y los muertos los pusieron los países del llamado Tercer Mundo. En este sentido, la “biografia novelada” de Hugo Spadafora es el recorrido y la re-construcción de una vida, de un joven idealista y puro, que ya para la década del ochenta (después del heroico y limpio triunfo Sandinista de la cual él fue partícipe como guerrillero) no pertenecía a la realidad de una Guerra Fría que había degenerado en lo más sucio que la política podía ofrecer en la región, donde la traición, el poder y el narcotráfico (sin distinción de ideologías y fronteras políticas) se unieron en una danza macabra, cuya una de las víctimas fue precisamente Spadafora al ser asesinado – según todas las indicaciones, pruebas y sospechas – por orden de Noriega. No era un mundo para Spadafora. Él fue víctima de una constelación de intereses donde las desprestigiadas ideologías y los intereses reales de poder saltaban y cruzaban a todos aquellos que, ingenuamente, creían todavía que la revolución y la democracia en la podrida Centroamérica de la época (¿es diferente hoy?) era un asunto de caballeros con buenos modales de comportamiento y buenas intenciones.
Como muy bien se afirma en la “biografía novelada”: Centroamérica es corrupta. Y Hugo Spadafora estaba muy lejos de prestarse a la corrupción. Pero su idealismo, que muy bien expresa el texto, deja para mí algo bien claro: el hombre terminó sacrificando a su familia. Y su propia vida. Solo la ingenuidad le permitía seguir creyendo que, en Panamá, podía estar a salvo. No hay capítulo del libro donde no respiremos a este hombre que, con cuarenta y cinco años, había sido médico, guerrillero y viceministro de Torrijos. Amir Valle tiene la capacidad de entregarnos páginas hermosas, diálogos fuertes y convincentes, de este hombre en las diferentes estaciones de su vida. Nos llama la atención la presencia de la selva, de los ríos y, justamente, de la muerte, ecos y variaciones de Conrad en las Américas y en África. Pero, de hecho, el Spadafora ideológico y político no ahoga al Spadafora de cuerpo y sangre. Sabemos qué chaqueta le gustaba, que tenía problemas con las uñas de sus pies, y que era mujeriego, como él personaje mismo nos lo hace saber. Podemos imaginarlo cómo hablaba, cómo caminaba y cómo era en el campo de batalla. Además, las fotos que están intercaladas en el libro nos ponen a Spadafora en su contexto familiar, de origen italiano, una experiencia familiar que nos conmueve, porque sus hermanos y padres reclamaron y reclaman justicia por el asesinato de este hijo querido tanto por su familia como por Panamá.
Amir Valle, con su “biografia novelada”, sacó a Hugo Spadafora del olvido.