Eduardo García Rojas, periodista y escritor español.
La literatura policíaca cubana está viviendo una edad de oro gracias sobre todo a las novelas de Leonardo Padura sobre el comisario Mario Conde, testigo involuntario de las rarezas de su país y protagonista de cinco estupendas historias (Máscaras, Pasado perfecto, Paisaje de otoño, La neblina del ayer y Hello, Hemingway) donde a través de los cánones del género negro además de construir sólidas historias detectivescas critica muchas de las contradicciones del régimen castrista con mirada sosegada y en ocasiones cínica. Mario Conde es, en este sentido, una especie de Philip Marlowe con guayabera. Un caballero andante sin caballo que deambula por las callejuelas de La Habana observando las miserias cotidianas de sus vecinos.
El éxito notable de las novelas de Conde contribuyó a que a su sombra se cobijaran una serie de escritores cubanos que también utilizaron los mecanismos de la novela policíaca para reflexionar en torno a la realidad cubana de nuestro tiempo. Entre estos destacan Lorenzo Lunar, cuyas historias negras transcurren mayoritariamente en su Santa Clara natal, y Amir Valle, otros narrador habanero que ahora consolida su carrera literaria fuera de Cuba.
Las palabras y los muertos no pertenece a la tradición literaria policíaca cubana, aunque la novela bebe de las fuentes del género para reconstruir la vida y la obra de Fidel Castro a través de los recuerdos de uno de sus hombres de máxima confianza. Un lacayo de los servicios de seguridad que es la sombra del Jefe y testigo voluntario de los sentimientos más escondidos y humanos del comandante.
Lo original de este libro de ficción escrito como una biografía a retazos de Castro, es que el guajiro Facundo, que así se llama el protagonista de la novela, comienza a evocar pedazos de la vida del gigante barbudo el mismo día de su muerte. Valle describe así la desazón que corroe el alma de su seguidor más fiel al enterarse que su Dios, Fidel, ya no se está entre nosotros, y entre descripciones de algunos de los momentos más controvertidos de la revolución cubana, como el ajusticiamiento del general Ochoa o la desaparición del comandante Camilo Cienfuegos durante los primeros meses del triunfo revolucionario del Movimiento 26 de Julio; la novela vuelve al momento actual para mostrarnos a un hombre solitario que espera pacientemente devorado por sus recuerdos qué es lo que piensan hacer con él los nuevos amos de Cuba, como Raúl Castro entre otros.
Valle utiliza a su personaje como metáfora para describirnos a uno de los muchos cubanos que pertenecen a la generación del centenario, en la que se aglutina Castro y la mayoría de los hombres y mujeres que combatieron contra Fulgencio Batista, y de paso repasa con cierta mirada crítica y ácida a las nuevas generaciones que con el paso del tiempo han ocupado espacios de poder en la Cuba socialista de nuestro tiempo. En este aspecto, el mayor problema que puede encontrarse a esta novela es su carácter cubano, de radiografía reciente de un mito como Fidel Castro, lo que hace necesario que el lector conozca más o menos el devenir y a algunos de los protagonistas de este proceso. También, algunas de las fotografías veladas de la historia cubana, lo que hace sospechar al menos a este que les escribe, que el autor ha recurrido sobre todo a la chismografía no oficial para contarnos lo que no sé sabe todavía del proceso Ochoa o de la desaparición de Camilo Cienfuegos. No obstante, y obviando estas «lagunas» que el escritor salva haciendo creíble el rumor de los callejones habaneros, Las palabras y los muertos no deja de resultar una lectura agradable y amena para el iniciado en las historias de la Revolución Cubana, así como una buena oportunidad para cubrir los huecos que la historia oficial y también la no oficial han intentado emplear para dar su visión siempre distorsionada de lo que para unos es una feroz dictadura y para otros un ejemplo cuasi perfecto de la democracia del proletariado.
La novela de Amir Valle no debe ser comparada por ello con la monumental y ambiciosa Autobiografía de Fidel Castro escrita por el también excelente escritor Norberto Fuentes, hoy exiliado en los Estados Unidos y en su momento uno de los escasos hombres del círculo de confianza del comandante en jefe ordene, porque su protagonista además de ser Fidel Castro también lo es su protagonista, el servil Facundo. Una voz ficticia pero autorizada en manos del narrador para relatarnos las miserias de su único Dios verdadero: Fidel Castro.
Las palabras y los muertos, ganadora con el Premio Internacional Mario Vargas Llosa, Universidad de Murcia, 2006, está editada por la división colombiana del Grupo Planeta y publicada por Seix Barral, por lo que resultará bastante difícil al interesado hacerse con ella. O lo que es lo mismo: esta novela es ilocalizable en Canarias pero se puede mandar a pedir a librerías como Negro y Criminal de Barcelona o Estudio en escarlata de Madrid. Merece la pena.
Publicado en El Escobillón, el 6 de diciembre de 2007.