Elizabeth Burgos, antropóloga, escritora y periodista venezolana.
Pocas veces la lectura de un libro me había causado sentimientos tan disímiles como Habana Babilonia. La cara oculta de las jineteras de reciente publicación en francés, del cubano Amir Valle. Sentimientos tales como el suspenso de una novela policíaca y la nausea que debe producir transitar por las cloacas de una ciudad. En su libro, el autor logra entregarle al lector la versión más putrefacta de un mundo al que ha dado lugar el régimen «revolucionario». «Un mundo de la noche, oscuro, siniestro, sórdido, según las palabras del propio autor, que no obedece sino a sus propias leyes y parece celebrar el culto al Marqués de Sade».
El libro en su versión en español data de 2006. Por supuesto, desechado en Cuba por las editoriales, ha circulado clandestinamente, al punto de convertirse en un best-seller clandestino.
La jinetera es una mujer entre trece y treinta años que vende su cuerpo a turistas a cambio de algún beneficio económico; en particular dólares, pues es la única moneda válida en la Cuba anti-imperialista. Las tarifas son extremamente bajas en relación a las que se practican en Europa, de allí el atractivo que ejerce ir de turismo a Cuba, pues obtener veinte dólares, significa para un cubano triplicar el salario que se gana al mes. Sólo con dólares se accede a comprar medicinas, y muchos productos vitales.
Resultado de nueve años de encuestas en archivos y documentos históricos, aunado a una encuesta minuciosa entre prostituta y proxenetas, de policías corrompidos, choferes de taxi, agentes de turismo, propietarios de burdeles clandestinos y de traficantes de droga, de agentes de seguridad de turismo que cerraban los ojos ante el fenómenos, el arte de la publicidad al servicio del mercado del sexo, del tráfico de droga, al sexo con animales, a la prostitución infantil, el autor logra documentar con profundidad, el funcionamiento del fenómeno de la prostitución en la Cuba «revolucionaria». El autor logra penetrar el mundo paralelo en que se desarrolla esa actividad y las leyes que la rigen, las complicidades de los órganos policiales, la manera cómo la prostitución forma parte de la organización del turismo.
Pese a que uno de las mitos fundadores y que hasta ahora le han dado legitimidad a la «revolución» cubana, es el de la figura de la Habana «burdel de los americanos» que Fidel Castro erradicó, «restituyendo así el honor de las cubanas y por ende del país», sin embargo no se demuestra sino indiferencia ante el hecho de todos conocido, de la existencia de las jineteras, jóvenes muchas menores de edad, que ejercen la prostitución, yendo a la caza de turistas en el Malecón de La Habana y en los hoteles que le están destinados. Se sabe que ese comercio del cuerpo se ha extendido también a los niños varones, habiéndose convertido Cuba en el universo de la pedofilia. Lo más notable es la indiferencia ante esos hechos de aquellos que continúan repitiendo el tópico de que el mayor logro de la «revolución» cubana fue el de haber erradicado el mal de la prostitución.
También es sabido a manera de rumor, que contrariamente a la prostitución de antes de 1959 que la ejercían mujeres pobres provenientes del campo en su mayoría, las prostitutas de hoy son jóvenes, muchas universitarias y otras, estudiantes de secundaria, menores de edad. Muchas ejercen ese oficio a sabiendas de su propia familia, ya que como dicen, «gracias a la muchacha logramos resolver». «Resolver», es el término más empleado en el lenguaje familiar cubano, para significar la búsqueda de modos de subsistencia.
Hasta hora se habían escrito artículos acerca del tema, pero ninguno había logrado realizar un estudio tan profundo y pormenorizado como el de Amir Valle. Logró transmitir la verdad de ese submundo valiéndose de la vivencia testimonial de mujeres que practican esa actividad, como también la de hombres, los proxenetas que administran el negocio, los policías que actúan de cómplices a cambio de dinero, de profesores universitarios reciclados en el oficio de chóferes de jineteras y de los clientes turistas.
El libro tiene una organización compleja, dado el propósito del autor de eludir el simplismo o caer en la denuncia vehemente. Pese a que en muchos momentos el autor interviene expresando sus sentimientos, su asco ante las situaciones que le tocó vivir en el transcurso de su encuesta, se trata de un estudio objetivo, respetando las reglas del género testimonial. Está basado en entrevistas y en capítulos de índole histórico destinados a contextualizar la presencia de la prostitución en Cuba desde la época colonial, hasta la época actual. Cada período tiene sus particularidades. Las circunstancias que hicieron favorable el comercio del cuerpo en la época actual, por supuesto, ha sido la dieta de penuria instaurado por el régimen, que se exacerbó tras el decreto del «período especial», cuando la extinta Unión soviética privó a Cuba de los subsidios que tan generosamente le prodigaba desde los comienzos del régimen castrista. De cierta manera, era cómo si la antigua URSS se pagara una bailarina en el Caribe. En realidad, ha sido el propio gobierno castrista el primero en ejercer el jineterismo.
Muchas jineteras intervienen en el transcurso del libro, pero el hilo conductor es la historia de vida de Susumi, convertida en Loretta, que el autor había conocido quince años antes, novia de su mejor amigo, muerto de leucemia. Mujer de una gran belleza, sus ojo los «más tiernos del universo; la mirada de un animal sin defensa que provocaba un instinto paternal de protección casi irracional», ahora convertida en una mujer de una agresividad amarga, hiriente, extranjera». Universitaria, inteligente, exmujer de diplomático, narra la corrupción que reina entre los funcionarios cubanos en el extranjero.
La jineteras entrevistadas por el autor provienen de diferentes niveles de la sociedad cubana. Todos exponen en un lenguaje crudo los mecanismos de sobrevivencia y explotación en ese vasto universo marginal de la prostitución.
Para el autor, en una entrevista en El Nuevo Herald, a propósito de su libro, considera que se ha operado un cambio en la conciencia social de Cuba. «Antes, la figura del «chivato» y de la prostituta eran las figuras más aborrecidas del país. Hoy por el contrario ser informante de la policía asegura mantener cierta protección y estatus. Para muchas familias cubanas no significa un trauma que una hija se convierta en jinetera. Incluso dice el autor haber estado con familias que hacen chistes acerca del futuro de jineteras de las nietas.
«Ser un profesional en cuba hoy no significa gran cosa. Los marginales ganan mejor su vida que los universitarios. Las prostitutas, los vendedores clandestinos de ron y de tabaco son considerados como símbolos de éxito en la Cuba de hoy. En donde la pobreza de una sociedad es llevada al límite del exterminio, toda forma de sobrevivencia es aceptable. Lo que demuestra que Cuba no es una sociedad diferente de otras», acota el autor.
Pero muy pocas sociedades han llegado al grado de humillación que sufren hoy los cubanos debido al genocidio económico al que ha sido sometida la isla por Fidel Castro.
Publicado en Webarticulista.net, el miércoles 27 de enero de 2010.