Revista Gara. Donostia, España, 15 de septiembre 2007
Por Ianire Renobales
El escritor, periodista y ensayista cubano Amir Valle, conocido por sus novelas del género negro, en las que retrata la realidad de su país, pasó recientemente por Donostia para participar en unas jornadas literarias. Por su trabajo Jineteras fue premiado en la última Semana Negra de Gijón.
Amir Valle (Guántanamo, 1967) es autor de novelas como Entre el miedo y las sombras y Santuario de sombras, muy premiadas y caracterizadas por la dureza y sordidez de los ambientes que retrata. Con Jineteras (Planeta), un trabajo de investigación sobre el mundo de la prostitución en Cuba, ganó el último premio Rodolfo Walsh, pero su publicación le trajo numerosos problemas hasta el punto de quedarse a vivir en Berlín.
¿Desde cuándo lleva escribiendo? ¿Qué le empujó a ello?
Mis primeros escritos eran pequeñas historias, narraciones que reflejan una temprana vocación. Mis padres me incentivaron desde que yo era casi un bebé. Lamentablemente, en este mundo nuestro tan moderno, los padres han perdido una costumbre que antes existía en casi todas las familias: leerle o contarle historias a los niños pequeños cuando iban a dormir.
¿Qué es lo que quiere transmitir a sus lectores?
Soy de los escritores que cree firmemente en el compromiso; asumir la escritura sin compromiso ético es, en mi opinión, una irresponsabilidad humana terrible. Al escribir se incide sobre un grupo de personas, pero, además, la literatura es también, preocupación social. La mía habla por mí. Todos mis libros proponen una reflexión sobre los más críticos asuntos de la vida en mi país, primero, y en otras partes del mundo, por extensión.
¿Cuáles son las diferencias entre la novela negra cubana y la europea?
Uno de los detalles que hizo notar mi colega, el escritor Juan Ramón Biedma, en nuestra charla en Donostia, fue que la novela negra europea se ha alimentado mucho de la latinoamericana. La que escribimos los latinoamericanos es muy crítica con nuestras sociedades, es como un cuchillo que abre la piel putrefacta del cuerpo de nuestras naciones y saca a la luz toda la podredumbre, la corrupción moral y social… En algunos casos, intentando llegar a fondo, el escritor pone su vida en peligro porque se mete en zonas prohibidas. La novela negra europea ahora empieza a preocuparse de algunos de estos asuntos.
Su obra se caracteriza por retratar la realidad cubana. ¿Cómo es el proceso de escritura?
Escribo lo que vivo: esos barrios del mismo centro de la capital de mi país donde ocurre la más asqueante de las marginalidades. Escribo de esas personas que me saludan, que compran conmigo comida y ropa en el mercado negro, que apenas tienen para comer diez o doce días al mes, que se prostituyen para sobrevivir… Habito en esos barrios de edificios que se vienen abajo con las lluvias fuertes, en esas calles llenas de ríos de agua albañal.
¿Qué características reúnen sus personajes?
Mis novelas negras se ocupan de casos reales. Un día me dije: «si quieres escribir sin que te acusen por difamación, hazlo sobre la realidad», y me puse a buscar con amigos policías, con delincuentes, toda clase de información. A mis personajes les cambio los nombres, pero cuando estoy escribiendo, estoy viendo a la persona real delante de mí.
¿A qué atribuye el empuje de la novela negra?
La novela negra se ha ido convirtiendo en un inmenso álbum testimonial de la decadencia de la sociedad moderna. La mayoría de estas novelas son incisiones muy profundas y críticas sobre la sociedad. Son verdaderos estudios sociológicos.
Errores
«El escritor incide siempre sobre un grupo de personas, y debe convertir su literatura en un espacio donde el ser humano pueda ver sus errores»
Cuchillo
«La novela negra latinoamericana es muy crítica con la sociedad. Es como un cuchillo que abre la piel putrefacta del cuerpo de nuestras naciones»
«No me publican en Cuba, pero sí me leen»
¿Qué margen de libertad tiene a la hora de escribir?
La literatura es un territorio de libertad. El único freno en el que creo es el de la posibilidad de que surja algo que me impida llevar a mis historias noveladas la vida que tienen en realidad. Pero ese es un obstáculo que tiene que ver con mi talento. No se trata de miedos exteriores. El escritor debe ser una persona que esté siempre dispuesto a correr todo tipo de riesgos. Yo soy un escritor comprometido con mi entorno, con mi mundo, con mi ética y con mi conciencia como ser humano. Trato de llevar ese credo a cada una de mis palabras.