Periódico La Folha. Sao Paulo, Brasil, Enero de 2003
Por Francesca Angiolillo
Entrevista publicada
Organizado pelo jornalista Amir Valle, volume apresenta 22 contos escritos por autoras do país.
«Voces desde la Isla.» Vozes que vêm da ilha. Este é o subtítulo da antologia «Caminos de Eva» (Caminhos de Eva), que reúne contos escritos por 22 autoras cubanas de hoje e reunidos pelo jornalista e escritor Amir Valle.
O volume faz parte da coleção Cultura Cubana, coordenada por Valle e publicada pela editora portoriquenha Plaza Mayor. A coletânea foi lançada no mês passado na Feira Internacional do Livro de Guadalajara, no México, que teve Cuba como país homenageado do evento.
Autor premiado de ensaios e textos de ficção, tendo conquistado recente êxito na Europa, Valle, 35, tem se dividido entre a dedicação diária a seus escritos e a divulgação da literatura de seu país. Antes do trabalho na Plaza Mayor, que desenvolve a partir de Havana, onde vive, colaborou com o Instituto Cubano del Livro. Informalmente, também responde a consultas sobre autores cubanos por e-mail.
É assim, como apaixonado pelas letras cubanas, que desde os 18 anos Valle vem organizando diversas antologias, uma das quais «Nos que Ficamos», editada com a peruana Jacqueline Schor, no Brasil, pela Nobel, em 2001.
Diversidade temática.
Tantos anos de expêriencia não facilitaram a tarefa de selecionar autoras para «Caminos de Eva», como explica Valle á Folha, em entrevista por e-mail.
«Foi difícil deixar de fora várias escritoras. S ã o muitas, e de muito boa qualidade. Para você entender, basta pensar que no meu país, hoje, escrevem cinco gerações de escritores, e somente selecionei autoras que começaram a escrever no período revolucionário, ou seja, de 1959 até hoje.» Por conta da abundância, Valle já prevê, para o final de 2003, «Caminos de Eva. Voces Más Allá del Mar» com textos de cubanas que vivem em outros países.
Para ele, a quantidade é resposta de outro grande número: o de mecanismos de incentivo à leitura e produção. «E certo que falta alguma independência e que esses projetos respondem a uma estratégia estatal demasiadamente rígida, muitas vezes politizada. Mas ela cria as bases para o fomento das letras.»
«Se eu tivesse que definir uma tematica de fundo em todas essas autoras, e em outras não incluídas, não poderia. Ainda que algo as unifique: uma busca ontológica, mediante o contraponto entre seu mundo interior, suas verdades, e o mundo exterior, a realidade, as verdades do outro», conclui Amir Valle, comprovando que os motores centrais da literature desconhecem procedência.
Entrevista original – Texto íntegro
¿Como Patricia Gutiérrez Menoyo , de la Editorial Plaza Mayor, llegó a tu nombre?
Por el escritor cubano Pablo Armando Fernández, Premio Nacional de Literatura (galardón máximo de las letras cubanas que se otorga por la obra de toda una vida) supe hace unos tres años de la existencia de la editorial Plaza Mayor y presenté mi novela Las puertas de la noche. Al año siguiente recibí la buena nueva de que mi novela había sido aceptada y de que la novela se publicaría en lo que sería la primera gran hornada de la Colección Cultura Cubana, de esa editorial, que lleva más de 10 años publicando autores de Puerto Rico en otra colección llamada Biblioteca de Autores Puertorriqueños. De ese modo, y luego de varios encuentros, una relación que empezó de editor a escritor culminó en una profunda hermandad, especialmente cuando descubrimos que pensábamos igual en muchos aspectos de la vida y teníamos sueños intelectuales muy parecidos. Según las palabras de la propia Patricia, mi designación como Coordinador General de esta Colección, que publica autores cubanos en cualquier lugar del mundo donde éstos se encuentren, respondió a que pudo comprobar el respeto y la admiración que me tienen autores cubanos de todas las promociones, tanto en la isla como en otros países. Eso me hizo sentir muy bien, claro, y por eso acepté tal responsabilidad.
¿Ya tenías una antología como ésta planeada, o «Caminos de Eva» es resultado de un encargo de Plaza Mayor?
Formaba parte de un proyecto mayor: un grueso volumen que reuniría en un mismo libro a escritoras cubanas de la isla y a otras que viven y escriben en muchos otros países, incluso en otros idiomas como el inglés, el francés y el portugués, sin dejar de ser cubanas, sin perder eso que llamamos «cubanía». Propuse el libro a Plaza Mayor y fue aceptado desde el mismo inicio, pero con una nueva estructura: primero saldría Caminos de Eva: Voces desde la isla (que reúne a las más importantes narradoras activas en Cuba) y Caminos de Eva: Voces más allá del mar (que reúne a las más importantes narradoras cubanas residentes en otros siete países).
¿Me puedes explicar mejor qué haces cotidianamente? Sé que estás superconectado con la producción literaria contemporánea, pero no sé en que medida eso es parte de tu rutina profesional.
Hace ya poco más de tres años decidí abandonar todos mis vínculos de trabajo y dependencia con instituciones oficiales. Seguí colaborando en algunas: el Instituto Cubano del Libro, la Casa de las Américas, el Taller de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso de la UNEAC, y algunas otras, pero ya tenía bien claro que no podía seguir quitando tiempo a mi obra personal. El hecho de que dos de mis novelas comenzaran a publicarse y venderse bien en mercados tan distintos como el alemán, el sueco y el español, así como mis labores como Coordinador de la Colección Cultura Cubana de Plaza Mayor (a las cuales dedico sólo una parte de mi rutina diaria, además de dedicar mi trabajo a un proyecto que siempre soñé hacer), me ha dado la tranquilidad espiritual y material que me permite hacerme una rutina de escritor: me levanto a las seis, dedico un par de horas a mi hijo menor, escribo todos los días (incluidos sábados y domingos) de nueve de la mañana a una de la tarde, almuerzo y duermo hasta las dos y entre dos y siete de la tarde hago los trabajos de la editorial Plaza Mayor. A esa hora salgo a recorrer el malecón con mi hijo, al que le encanta el mar, igual que a mí. Y en la noche, mientras mi familia ve las novelas de la televisión, me conecto, respondo e-mails y organizo el trabajo del día siguiente. Y claro, leo siempre unas diez o doce páginas antes de dormir. No más que eso, pues a esas alturas el sueño me vence. Por suerte, también en los últimos meses dos de mis novelas han tenido mucho éxito en España: Las puertas de la noche y Si Cristo te desnuda, con comentarios muy elogiosos en importantes órganos de prensa como El País, Babelia, ABC Cultural. Eso me ha vinculado más al mundo literario internacional, especialmente a un grupo de buenos amigos escritores, con mucha más fama que yo, a quienes quiero y respeto mucho, del mismo modo en que, me consta, ellos me quieren y respetan a mí.
Volviendo al libro: ¿qué criterios usaste para elegir las autoras?
La calidad y la diversidad. Pienso que no se puede hacer de otro modo cuando se trata de un fenómeno tan múltiple y de tantas aristas como el de las letras cubanas.
Ellas son 22. ¿Cuántas más podrían ser? ¿Hay hoy muchas escritoras actuantes en Cuba?
Me fue difícil dejar fuera a varias escritoras. Son muchas realmente. Y de muy buena calidad. Para entender eso sólo tienes que pensar que en mi país, actualmente, hay escribiendo cinco generaciones de escritores, y yo solamente seleccioné a las escritoras que habían comenzado su obra dentro del período revolucionario: es decir, de 1959 hasta la fecha.
¿Podrías explicar un poco como funcionan los incentivos gubernamentales a la literatura en Cuba?
Eso merecería solamente una entrevista. Debo decir, y quizás parezca demasiado nacionalista, que no existe país en el mundo con un programa cultural tan bien pensado y estructurado. No haré teoría y pasaré a los hechos:
UNO: en un país con catorce provincias existen más de 130 editoriales, a razón de al menos tres por cada provincia (a veces más), lo que permite que casi todos los escritores tengan acceso a la publicación.
DOS: Los escritores y artistas de cada provincia cubana tienen una revista cultural, y a nivel nacional cada institución cultural cuenta con una revista propia.
TRES: Hay en el país más de cien concursos y premios literarios convocados por las instituciones culturales y otras entidades.
CUATRO: Se creó un canal televisivo denominado Canal Educativo, que trasmite durante 12 horas programación cultural y educacional a toda la población.
CINCO: La Feria Internacional del Libro, considerado un fenómeno cultural cada año por la masiva asistencia del público (de cada cinco cubanos tres son lectores, según las estadísticas oficiales), se celebra durante un mes en todas las provincias del país, llegando incluso a las montañas y las ciénagas, donde nunca antes había llegado este tipo de eventos.
SEIS: Las instituciones culturales más importantes de la isla (que pasan de la veintena) convocan y otorgan cada año becas de creación para escritores de todo el país.
Todo esto es comprobable. Es cierto que falta cierta independencia, iniciativa personal, y que todos estos proyectos responden a una estrategia estatal demasiado rígida, muchas veces politizada, pero que, sin dudas, crea las bases para el fomento de las letras y el desarrollo que hoy tenemos en este campo mucho le debe a esas condiciones que en otros países ni siquiera pueden soñarse.
Los temas de esos cuentos son muy variados. Hasta en uno de ellos, el asunto no tiene nada que ver con Cuba (me refiero a «El Druida» y la verdad me sacó un poco de onda encontrarlo ahí, fue inesperado. ¿Me contarías algo más sobre él?). ¿Tu dirías que hay una temática común, de fondo, a todas las autoras? Si es así, ¿cual sería?
Los temas, del mismo modo que las tendencias estilísticas, son muy variados. Quien lea la antología no podrá llegar a otra conclusión. Por otra parte, «El druida» es uno de mis cuentos favoritos y pertenece a una de las narradoras más interesantes que escriben hoy en la isla. No debes asombrarte: lo incluí en la antología pues me pareció injusto que esa tendencia, la de la literatura fantástica, no estuviera representada, pues también tiene muy buenos cultivadores (y cultivadoras) en la actual narrativa cubana. Y sobre tu última pregunta: si tuviera que definir una temática de fondo en todas estas autoras, y en otras que no están incluidas, creo que no podría, aunque ciertamente algo las unifica: una búsqueda ontológica mediante el contrapunteo entre su mundo interior, sus verdades, y el mundo exterior, la realidad, las verdades del otro, de la sociedad, de su entorno.
Como escritor y estudioso de la literatura de tu país, ¿dirías que hay movimientos literarios organizados, etc., en Cuba hoy? Hay dos ejemplos bastante experimentales en el libro («Tele Grafica» y «El cazador de signos»), ¿son experiencias aisladas o son representativas de grupos más grandes?
No sé como responderte en tan breve espacio. Imagínate que para contestarme a mí mismo eso que preguntas escribí el libro de ensayos Brevísimas demencias: la narrativa cubana de los 90, publicado este año en Cuba. Yo diría que sí, hay tendencias, grupos literarios, pero más bien lo que caracteriza a las letras en Cuba hoy es lo que en mi libro llamo «confluencia generacional», que es un proceso de interacción, interdependencia y retroalimentación entre escritores de varias promociones y generaciones. Por eso nadie debe asombrarse de que también existan escritores experimentales, como Ana Luz García y Felicia Hernández, las autores de los cuentos que mencionas, de dos promociones distintas y con carreras literarias bien diferentes (Ana Luz es ya una «consagrada» y Felicia apenas empieza en la narrativa). Son personas que entienden que también en la movilidad del texto, en la estructura visual de la historia narrada, en el lenguaje mismo, pueden hallarse otras lecturas sugerentes, útiles. Esta última tendencia, la de la literatura experimental es algo que abunda más en los escritores jóvenes, por razones obvias de la búsqueda de un estilo o de la práctica necesaria con las armas del género, pero tampoco es un gran grupo.
¿Es posible vivir exclusivamente de las letras en Cuba?
Imposible. Las editoriales pagan mal, las revistas pagan peor, los medios de prensa (cuando logras publicar o colarte en ellos) te pagan una miseria. La mayoría de los escritores tienen otros trabajos que nada tienen que ver con la cultura y algunos trabajan en instituciones culturales. Algunos hemos tenido suerte, muy pocos. Cada día doy gracias a Dios porque me permita vivir de mis libros y sumando peso a peso el resultado de los muchos trabajos que coloco en Cuba y en el extranjero.
Ya organizaste, para una edición brasileña, una selección de jóvenes autores cubanos (Nós que ficamos). ¿Tienes otras antologías publicadas, o proyectos de antologías?
Bueno, en honor a la verdad, el mérito de Nós que ficamos es totalmente de la escritora peruana residente en Sao Paulo Jacqueline Shor, una hermosa amiga que tuvo la idea de este proyecto, hizo suyo este proyecto, me lo comentó, yo le di sugerencias y algunos autores, pero el mérito todo es de ella que, incluso, logró algo que me sigue pareciendo una proeza: publicar en Brasil escritores cubanos que no sean los consagrados. Siempre lo dije: ojalá hubiera muchas personas como ellas, dispuestas a poner su interés y su capital en promover nuestras letras, también sacudidas por la crisis que atraviesa mi país.
Pero, por supuesto, ni siquiera hubiera podido ayudarla si no fuera ése uno de mis intereses: el estudio de la narrativa cubana. Además de Caminos de Eva, presenté también en Guadalajara Té con limón, una antología de cuentos eróticos escritos por mujeres en Cuba. Pero antes, también con autoras muy desconocidas, publiqué hace un par de años El ojo de la noche, que resultó el puente de entrada de muchas escritoras a las letras nacionales. En esto de las antologías empecé bien temprano, cuando a los 18 años ayudé al escritor Senel Paz, autor del cuento y del guión de la película cubana Fresa y chocolate, a compilar la que sería la primera antología de escritores de mi promoción. Se llamaba Los muchachos se divierten. Y de entonces acá he compilado dos antologías: Y Dios abrió la puerta (del cuento cubano de autores nacidos desde el 50 hasta el 80), Las canciones del agua (del cuento cubano de los 90, es decir, de mi generación), y actualmente preparo para dos grandes editoriales Otras brevísimas demencias: El cuento latinoamericano de los años 90; y El pellejo del muerto (de autores de los 90 con importancia dentro de la novela negra latinoamericana).
La literatura latinoamericana se tornó muy conocida en los 60, con el realismo mágico. Sigue siendo esa su más grande bandera hasta hoy, como si después de eso nada más haya sido más característico del continente. Es casi como un estigma. ¿Que opinas de eso? ¿Tú crees que haya aliento en la literatura latinoamericana para que siga siendo conocida en el resto del mundo sin que sea necesaria una etiqueta como la del realismo mágico? Por fin, ¿el realismo mágico está vivo todavía, o tiene sentido en seguir existiendo? ¿Me perdonarás esta pregunta tan larga? Son cosas que me pregunto muy seguido y para las cuales no encuentro respuestas satisfactorias…
Creo que esa es una tesis errónea, una tesis vencida. La literatura latinoamericana superó ya esa crisis que ciertamente encasillaba la buena literatura dentro de esos rígidos marcos. Ahí están los escritores del llamado Postboom, estamos nosotros, todos con aportes tan distintos y tan distantes de esa poética del realismo mágico que a nivel internacional ya muy pocos se hacen esas preguntas. Basta leer algunas de las más importantes obras publicadas en los últimos diez años en Argentina, México, Colombia o Cuba. Y de mi promoción autores como Federico Andahazi, Santiago Gamboa, Alberto Fuguet, Edmundo Paz Soldán, Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Karla Suárez, Eduardo Antonio Parra, Ena Lucía Portela y muchos otros, dimos fe en el Primer Congreso de Nuevos Narradores Hispánicos, celebrado en Madrid en 1999, de que aceptábamos la herencia de calidad que nos legó el Boom y el realismo mágico, pero que nos negábamos a seguir repitiendo esa fórmula. Por eso no creo que sea un estigma. No lo es cuando los editores vienen a vernos y nos piden que seamos diferentes a esos maestros. La literatura latinoamericana tiene aliento suficiente. Nuestra realidad es tan rica que cada día da nuevos temas para escribir. Y si en aquellos años el realismo mágico sirvió para que en Europa conocieran que acá existíamos por encima de su abulia europeizante, en estos años nuestras letras sirven para recordar que seguimos existiendo y que el resto del mundo no es nada sin nosotros, aunque parezca un extremismo, un chovinismo a ultranza. Plegarse a ese estigma sería suicidio: La realidad es otra, América Latina cambió. Aunque quisiera, por ejemplo, escribir igual que Carpentier, jamás lo lograría. Incluso me atrevo a preguntarte si crees que los mismos que protagonizaron el Boom, los que defendieron el realismo mágico, lo real maravilloso (que así prefirió llamarlo Carpentier) siguen hoy escribiendo del mismo modo. ¿Es igual La fiesta del chivo a La casa verde o a La ciudad y los perros, en Vargas LLosa? La literatura, ya se ha dicho, es el reflejo de un tiempo, de una sociedad, y los tiempos y las sociedades cambian, y lo hacen más abruptamente, e incluso más caprichosamente, en nuestras tierras de América. Hoy son otras las reglas y otra la literatura.