El Tiempo. Bogotá, Colombia, 31 de marzo de 2007
La Redacción
En Las palabras y los muertos, Amir Valle reconstruye lo que pasó en la Revolución Cubana y examina la personalidad de Castro.
«No habito Cuba: Cuba me habita», declara el escritor cubano Amir Valle, quien por estos días reside en Alemania gracias a una beca, pues el gobierno de su país no extendió su permiso de salida cuando intentó regresar a la isla.
Su última novela Las palabras y los muertos relata los momentos más destacados de la Revolución Cubana y del gobierno de Fidel Castro, desde la perspectiva del hombre de confianza del dictador, después de su muerte.
¿A qué se refiere cuando dice que este libro reconstruye los últimos años de la historia de Cuba a través de la historia que el pueblo murmura en silencio?
La idea del libro empezó por un vicio periodístico que tengo con la historia de mi país. Quería contar la historia de Cuba con las voces de testigos tangenciales porque la historia oficial está totalmente manipulada y podía buscar la verdad histórica a través de lo que en periodismo llamamos ‘la voz de los sin voz’, que retratan los hechos desde un punto de vista más humano y menos acartonado.
Cuando recogió los testimonios de esos personajes, encontró hechos que no están contados en la historia oficial, ¿cuáles?
No hay un gran descubrimiento, pero sí pequeños detalles. Por ejemplo, alrededor de toda la figura de Fidel Castro, la historia oficial borró una etapa en la que él, en tres o cuatro ocasiones, protagonizó hechos de violencia en contra de los estudiantes. Y son hechos que aparecieron en la prensa, son comprobables, están en la historia del país, pero los eliminaron.
Uno de sus intereses al escribir la novela era hacer un retrato de la personalidad ‘camaleónica’ de Castro, ¿por qué?
Yo fui admirador de Fidel hasta hace unos 15 ó 20 años porque al hablar con personas que fueron relegadas del protagonismo que tenían por determinadas razones, empiezo a encontrar que él ha cambiado su discurso de acuerdo con la circunstancia.
¿Cómo cambió su percepción de Fidel Castro después del libro?
Yo vengo de una familia humilde, obrera y todavía muy vinculada a lo que representó la Revolución en sus inicios: el sueño de un país mejor y más justo y, por supuesto, al cubano se le inyectó siempre la idea de que Fidel era una especie de Mesías que venía a salvar al pueblo. Pude comparar los sueños que se tenían con lo que se logró y así empezó en mí un proceso de revaloración no sólo de la Revolución sino de quien la encabezó. Fidel perdió su genialidad y se volvió para mí un hombre, igual que cualquier otro, lleno de defectos y virtudes y sobre todo que supo a dónde iba y lo que quería hacer con su vida. Para eso sacrificó todo: su credo y filiaciones en aras de buscar lo que él se proponía y, lamentablemente, en mi opinión, se fue ensoberbeciendo de poder y para mantenerse ha usado todo tipo de manipulaciones, se enfermó de poder y ahí está el resultado de la historia del país. De hecho, cuando se habla de la Revolución siempre se hace referencia a un gran debate entre el mundo de las palabras y la consigna para esconder la gran cantidad de muertos que ha traído. El título Las palabras y los muertos nace de ahí.
Amir Valle ganó con esta novela el Premio Mario Vargas Llosa.