Periódico El Norte. Monterrey, México, 13 de octubre de 2002
Por Bertha Wario
Coinciden autores en que la literatura trata de salvar a la humanidad de su autodestrucción; concluye encuentro de escritores.
Así como se escribió un libro sagrado -la Biblia- para inculcar una fe que se ha sostenido hasta nuestros días, la literatura contemporánea presenta las miserias y las heridas para que los seres humanos recapaciten, dijo ayer el escritor cubano Amir Valle.
«Por lo menos, eso es lo que quiero hacer, y creo que ése es el espíritu que hay: marcar el lugar para que el hombre reflexione y tratar de salvar la especie humana, que realmente se está autodestruyendo cada vez más», agregó el autor de Las Puertas de la Noche.
Invitado al Séptimo Encuentro Internacional de Escritores «La Literatura y los Territorios de la Violencia», que ayer concluyó luego de tres jornadas de trabajo, Valle, multipremiado dentro y fuera de Cuba. señaló que está científicamente comprobado que la única forma de enfrentar la violencia es reflexionado sobre ella.
«La literatura, el cine e, incluso, la televisión a veces contribuyen a que les recuerde a las personas que la violencia sí existe, que les puede tocar en algún momento, y que esa realidad va contaminando cada vez los sectores menos contaminados y va pudriendo a la sociedad moderna.
«Es como si le estuviéramos diciendo constantemente al lector: despierta, que esta violencia que tú estás viendo de algún modo tiene que ser frenada».
Aclaró que una cosa es vivir de la desgracia ajena, como lo hacen algunas televisoras y publicaciones que buscan vender con sangre, y otra muy distinta resulta de escribir para que la desgracia ajena cese algún día.
«Es un problema ético, sobre todo. Cuando escribo mis obras no pienso ni siquiera en que ese libro va a ser vendido. Vengo de un país en el cual ése no es un problema, pienso que ese libro va a comunicar una verdad que de algún modo quiero que sea escuchada», expresó el autor cubano.
Valle participó en la penúltima mesa sobre violencia y realidad social, en la que además estuvo el colombiano Mario Mendoza, autor del best seller Satanás, quien coincidió en que la única forma de desarticular la violencia es, precisamente, escribir sobre ella.
«Negar la violencia sería darle más fuerza porque como está por debajo, oculta, trabaja con mayor eficiencia y eficacia. Es como todo, no puedes combatir algo ni impedirlo si no lo hablas o no lo dices», dijo.
En la penúltima mesa sobre violencia y realidad social, realizada ayer por la tarde en el Salón Europa de Cintermex, también participaron el escritor argentino Noé Jitrik y la regiomontana Dulce María González.
Al mediodía, en la séptima mesa, el chiapaneco Juan Bañuelos aprovechó sus 15 minutos para leer poemas firmados por mujeres indígenas.
Así, leyó textos estremecedores. como el de «María Cartones», seudónimo de una joven que por su belleza llamó la atención de un grupo de soldados, que la sometieron a una violación multitudinaria y alteraron su salud emocional hasta el punto en que, ahora, esta chica se cubre la cara de lodo para ocultar ese atractivo que la marcó para siempre.
Por la noche, el encuentro concluyó con la intervención de Germán Maggiori, Elmer Mendoza, R.H. Moreno Duran, Sam Quiñones y Aline Petterson.