Uno de los mejores escritores de la novela negra contemporánea

Periódico Alibiweb, Semana Negra. Gijón, España, Julio de 2002

La Redacción

Con Lorenzo Lunar, en Gijón, 2002.

Con Lorenzo Lunar, en Gijón, 2002.

Considerado por la Asociación Internacional de Escritores Policiacos (AIEP) como uno de los mejores escritores de la novela negra contemporánea, el cubano Amir Valle, quien vivió durante un año en la ciudad de México, habló acerca de los temas tabúes de su país, de su problemática actual, en especial sobre la libertad de expresión que tanto limita a los artistas de la isla, tanto desde el frente cubano, como desde el extranjero.

Lo encontramos durante la Semana Negra 2002 en Gijón, siempre con una sonrisa amable y sencilla, dice que siempre le hace falta Cuba, que en cuanto sale de su país le dan ganas de volver.

Lo primero que comentó fue que todos sus libros están dedicados a su esposa.

 

En tu libro Las puertas de la noche tratas temas fuertes, como la prostitución infantil, que en Cuba es un tema tabú. ¿Has tenido problemas con la censura?

– El único problema que he tenido es que el libro no ha salido nunca en Cuba. Fue precisamente el libro con el que obtuve el premio internacional de novela negra en Alemania en 1999, pero los editores me dijeron que no podía ser publicado por dos razones básicas: La primera es que toca el tema del racismo, que es un tema en Cuba muy fuerte y en segundo lugar porque toca el tema de la prostitución infantil que también en Cuba, aunque se han dado algunos fenómenos, es llevada a un segundo plano de silencio en todos los casos. También por la violencia con la que se demuestra el mundo de la prostitución en la Habana de estos años. Increíblemente, yo pensé que la segunda parte que relato en mi libro «Si Cristo te desnuda» iba a correr la misma suerte pero no pasó.

 

¿Por qué no?

– Quizá sea porque en Cuba hay determinadas claves que no deben tocarse y en los últimos años se ha hecho público la existencia de una homosexualidad masculina dirigida al turismo, que es un tema relacionado con Si Cristo te desnuda en la que narro un crimen pasional pero dirigido al turismo. A lo mejor también porque no tiene la crudeza de la prostitución infantil que es un tema bastante candente, y aunque el personaje de esta novela sigue siendo bastante racista, ya está metido en el mundo porque como parte del personaje que yo he desarrollado, ya lo voy acercando a determinadas claves del mundo racial cubano y su xenofobia tiene que ir adaptándose a una realidad en la cual él tiene que vivir. Quizá por eso no haya sido considerada tan fuerte.

Y también se debe a que con ese libro yo gané un premio en Cuba, que generalmente se publican, y hay que decir que fue un jurado muy valiente el que premió el libro, y que hubo una editora muy valiente que lo publicó. Yo me imagino que haya tenido sus problemas también para publicarlo, pero no corrió la suerte del primero que todavía es desconocido en Cuba, salvo una edición de cien ejemplares que se presentaron ahora por una editorial puertorriqueña en una edición que se hizo para los Estados Unidos.

 

¿Los artistas cubanos tienen problemas para salir de Cuba cuando tocan temas políticos?

– Si, mira… yo digo que no es tan así. Realmente si nosotros gozamos la libertad en Cuba, desde el punto de vista de expresión, los problemas son mayores a la hora de decir, no así a la hora de publicar. Te recuerdo que todas las editoriales en Cuba son editoriales estatales que responden al formato de concepción con el que se dirige el país completo, responden al Partido Comunista de Cuba y la normativa por supuesto tiene que estar dentro de esos límites. Ahora tú puedes decir lo que te da la gana. Eso es algo que en Cuba realmente se ha ganado en los últimos años. No sucedía así en la década de los setenta, cuando hubo gente presa, incluso expulsada del país precisamente por eso.

Hoy puedes decir lo que tú quieras, puedes publicar incluso libros en el exterior que estén en contra de la política oficial y eso generalmente no te impide entrar y salir. Mi caso es la prueba. Yo tengo dos libros censurados en Cuba, soy una de las personas que, no sé, quizá por tozudez digo más cosas que molestan a la oficialidad cubana y sin embargo yo viajo casi todos los años, tres o cuatro veces al año. Existe un mecanismo a través de la Unión de Autores y Artistas por el cual los trámites de migración para el artista cubano se hacen más rápido que para el cubano medio. Aunque sigue existiendo por supuesto el absurdo de que el cubano tenga que pedir permiso para entrar y salir de su país, cosa que en ningún otro país existe.

No hay ninguna sanción contra esto a no ser en algunos casos que sí existen, de personas que reciben dinero de los Estados Unidos para escribir en contra del país, y que se enfrentan directamente al ruedo político y en ese caso sí se toman medidas contra ellos, generalmente de no dejarlos salir del país.

Pero si lo hacen en el plano intelectual, esto es, criticar desde la cultura, desde el arte, generalmente, por lo menos se respeta.

 

Hay autores a los que las editoriales les ofrecen dinero para que hablen mal de la política cubana, ¿no?

– Si, a mi me ha pasado también. Por ejemplo yo tuve una editora alemana que me hizo la oferta de publicarme un libro con una gran editorial y una gran distribución y que me ofreció un anticipo prácticamente de millonario si yo incluía un personaje que a lo largo de toda mi novela estuviera haciéndole un contrapunteo a uno de mis personajes. Yo le dije que no, que sencillamente no me interesaba. (se queda pensativo).

Yo tengo un libro, uno de los que tengo censurados en Cuba que fue propuesto premio Casa de las Américas en 1999, que compitió también en el 2000 y que se llama «Habana Babilonia o Prostitutas en Cuba«. Bueno ese libro fue despojado del premio por razones de «no conveniencia» aunque el jurado estaba de acuerdo. Se me avisó que era posible que yo obtuviera el premio pero en la ronda final uno de los jurados cubanos manipuló para que no se me concediera. Se formó todo un escándalo y salió en todos los medios que siempre le hacen eco a la situación en Cuba, manipulando políticamente el premio. Y entonces empecé a recibir ofertas. Ofertas muy fuertes para publicarme el libro y mi respuesta es que el libro sigue inédito. Así que no he querido prestarme a ninguna manipulación política porque yo mantengo una ética, es decir: Si no me presto a juegos políticos en mi país, no me puedo prestar a juegos políticos fuera de mi país. Yo digo lo mismo dentro del país que fuera, pero no quiero que eso intervenga en mi literatura. Yo escribo literatura, yo no hago política. Y, por desgracia vivo en un país en el que la literatura a veces tiene que tocar determinadas temáticas de situación política pero no es que ese sea el tema central de mi literatura.

Yo he tenido la oportunidad de vivir en otras sociedades. Sociedades democráticas en un sentido. Y aunque se que vivo en una sociedad totalitaria con un sistema estalinista de dirección que realmente funciona, con un líder único y con un conjunto de falta de libertades bastante grande, yo creo que es un sistema perfectible, porque como te digo esto, te puedo decir otras muchas cosas buenas de mi sistema. Y por lo menos quiero creer, como decía Paco Ignacio Taibo II «yo sigo siendo un hombre de izquierda», y creo que la humanidad puede perfeccionarse. Creo que nos toca a todos perfeccionar y creo que el mejor sistema no es precisamente el sistema capitalista, sino quizá andaría en una cosa entre un concepto socialista o socializador de la riqueza social con una democracia que se ve en el lado del capitalismo. Por ahí andaría la cosa pero no es una sociedad que yo deteste absolutamente. Por eso sigo en Cuba, porque creo que si me voy al exterior no voy a hacer nada. Sencillamente me voy a ganar comerme en odios y nostalgias y no voy a poder seguir haciendo lo que yo quiero, que es seguir escribiendo desde Cuba, tratando de cambiar esa realidad. Me tienen que soportar, como digo yo en Cuba.

 

¿Crees que estos dos bandos, por una parte Cuba y por otra Estados Unidos ponen en dilema al artista cubano al obligarlo a tomar una posición?

– Yo respeto cualquier decisión que se tome en ese sentido. Lo que me ha dado a mi la medida de no prestarme a ninguno de esos juegos es precisamente reconocer que de ambas partes hay un juego político realmente asqueroso. Yo digo para mi que la política y la mierda es la misma cosa. Lo aprendí de mi abuelo que decía que todos los políticos, de algún modo, estaban sucios. Es una frase que yo siempre digo. Incluso cuando la política se hace con la mejor intención, siempre están plagadas de dobleces, de intenciones ocultas, es decir no es nada limpio. La historia lo ha demostrado, pues a lo largo de toda la historia de la humanidad la política no ha sido un asunto limpio. Y eso ha hecho que muchos escritores cubanos tengan que tomar una decisión. En algunos casos, y creo que es en la mayoría de los casos, sucede primero el problema económico porque generalmente el artista cubano es muy mal pagado. Ni siquiera tienen las posibilidades que tienen otros artistas en otros lugares del mundo, aunque se que también es duro, se que también la lucha es muy fuerte en otros países, pero en Cuba ni siquiera tienen esa posibilidad de luchar.

Te tienes que acomodar a un nivel de pago casi miserable, no se reconoce realmente tu talento como debe reconocerse, por un lado. Y por el otro lado, la falta de libertad de expresión que hay en el país. Es decir, aunque hay muchas posibilidades culturales, aunque la población es una población inmensamente culta, porque en Cuba prácticamente todo el mundo lee, hay muy altos índices de lectura. Ahora mismo hay un programa de socialización de la cultura que parte desde la universidad hasta el sistema educacional mas pequeño. Es decir, aunque hay muchas posibilidades culturales de desarrollo, la libertad de expresión marcha por un mismo camino. Entonces hay cosas que tu no debes decir, hay dificultades para el acceso a la información de lo que sucede en el mundo, cosa que me afecta mucho. Yo cuando le digo a la gente que en Cuba no hay derecho de tener internet por la libre, la gente no me cree, me dicen «no, no es posible». Y no es que no haya tecnología en Cuba, es que simplemente el gobierno no nos deja.

Todas esas faltas de libertades han hecho que muchos escritores emigren y que incluso en algunos casos se planteen la migración plácida, que es una migración en la cual un escritor o un artista va a vivir a otro país por un tiempo, para ver si las cosas mejoran y regresar.

Todo parte de esa eterna bronca, de ese juego de marionetas que establecen Washington y la Habana desde… por lo menos desde que yo tengo uso de razón.

 

¿Nos puedes hablar un poco de tu revista electrónica Letras en Cuba? ¿Porqué terminó?

– Letras en Cuba fue un proyecto muy lindo. Cuando me pusieron el correo electrónico… Bueno en Cuba funciona así: Te ponen el correo electrónico y tu no mandas el correo directamente por internet, sino que desde un server común se envían después. Cuando me ponen ese sistema, pues yo tenía muchos amigos que me escribían de todo el mundo pidiéndome información sobre Cuba. Y entonces como una respuesta, dije: bueno primero puedo crear un boletín pequeño que pueda convertirse en un nivel de información, todavía ninguna institución cubana había pensado en eso.

Y empiezo a sacar Letras en Cuba, que primero fue un simple boletín de dos páginas en word que empezó a llegar a un grupo de gente, y de pronto empieza a ser puesto en portales de un grupo de amigos en el exterior que, – yo se los sigo agradeciendo, convirtieron mi boletín en una revista.

Comencé con 25 suscriptores y llegué a seis mil en menos de un año. La revista tuvo treinta números que por suerte pudieron salvarse de la censura y que hoy están en las universidades hispanas como material de estudio sobre la literatura cubana.

Un día, a raíz de una discusión intelectual que surgió con otra cubana del exilio, del exilio duro como llamamos nosotros, se dieron cuenta en Cuba que el boletín existía.

En Cuba no se permite tener ninguna revista independiente, ni siquiera electrónica y cuando se dieron cuenta de que existía el boletín y que la revista estaba circulando internacionalmente, entonces me llaman y me dicen que, o yo lo institucionalizaba o entonces tenía que dejarlo de trasmitir.

Yo intenté institucionalizarlo, exigiendo que se me respetara el derecho de hacer en ese boletín lo que yo había hecho hasta ese número treinta, pero fue imposible realmente. Al final empezaron las censuras, no querían que se publicaran algunas cosas y yo dije, «no, no, entonces aquí se acaba» y se acabó Letras en Cuba.

Intenté sacar un servicio posterior que se llamaba A título personal, en el cual mediante cápsulas informativas, yo intentaba seguir tratando de responder a éstas preguntas que me llegaban, y ahí fue más drástica la solución. Es decir, ya ni siquiera me llamaron para preguntarme, sino que sencillamente me quitaron el correo electrónico y yo tuve que estar discutiendo a distintos niveles durante un mes y medio para que me volvieran a poner el correo electrónico, a cambio de, por supuesto, que yo aceptara no volver a sacar ninguna información de eso.

 

¡Oh! o sea que ¿ya no puedes volver a sacar nada? ¿No hay solución?

(Sonríe). – Yo en este momento estoy esperando una respuesta oficial. Yo presenté un proyecto para hacerlo oficialmente, institucionalmente. Si no tengo respuesta, yo sencillamente voy a hacer un boletín aunque lo tenga que tirar ilegalmente al aire, colarme en diez millones de lugares, pagar un poco de dinero para colarme en internet y aunque lo tenga que lanzar así, lo voy a volver a hacer. Claro, ahora estoy esperando los canales oficiales para que después no digan: «no consultaste con nosotros».

 

¿No tienes miedo de posibles represalias?

– Mira, yo siempre aporté, y creo que lo he dejado claro con mi familia. Es decir, a mí me enseñaron que una de las cosas que tiene mi país es que, la revolución se hizo – y por lo menos mi padre, que fue uno de los que hizo la revolución, me dijo: «Yo hago esta revolución para que tú puedas tener todo lo que yo no tuve».

Y una de las cosas que le faltaban a mi padre antes de la revolución era que no podía pensar ni expresarse. Y yo creo que si él me enseñó eso, si Fidel se para en diez millones de discursos a decir que el pueblo cubano tiene derecho a pensar y a expresarse libremente, si la constitución lo establece, a mí nadie me puede hacer nada.

Siempre hay un poco de temor, no ya por mi en el caso personal, sino por lo que pueda pasar cuando algún troglodita decida tomar medidas extremas, sobre todo porque tengo un niño de un año un mes, he criado al niño mayor de mi esposa, tengo a mi esposa, tengo a mis padres y uno siempre piensa en la familia, no en mí.

Pero lo que sucede también es que como he podido hacer un curriculum durante muchos años, conozco mucha gente que de algún modo son importantes para la historia de mi país, fuera y dentro del país, eso un poco me cubre las espaldas. Porque sé que si en algún momento me tocan, el grito se va a sentir donde mas le duele a… a quién sea. Entonces eso me hace sentir un poco más confiado.

Pero hay otros escritores que ni siquiera se pueden dar el gusto de hacer lo que yo hago. En Cuba hay una palabra que se llama «ninguneo», que quiere decir sencillamente que de pronto no te citan en concursos, no ganas aunque manden los premios, no te incluyen en las revistas, cuando hacen los artículos no citan tus libros, de pronto desapareces, absolutamente.

Sigues escribiendo, puedes escribir como un burro, a lo mejor escribes más que nadie pero de pronto no existes. Y ese ninguneo es el peor. A lo mejor no te dan un golpe, no te meten preso, no te dicen nada pero ese ninguneo como que te anula intelectualmente. Eso le ha sucedido a otros escritores. En mi caso no lo pueden hacer porque yo tengo otra forma, otro grupo de relaciones en Cuba y fuera de Cuba.

 

¿Y por qué escribes literatura negra?

– Bueno, cambiando y siguiendo (sonríe). Al final la respuesta es la misma, casi. Mira, yo me considero un cuentista que escribe novelas. Yo creo que el gran género de la narrativa es el cuento. Lo respeto mucho y lo escribo bastante, aunque ahora menos, precisamente porque cuando uno se mete en el género de la novela es más difícil seguir manteniendo el mundo del cuento.

Escribo cuentos de vez en cuando pero sé que me salen porque quiero hacerlo. Entro a la novela y la novela me permite una cosa que es muy interesante: En la novela normal, en la novela blanca, como la llama Paco Ignacio para diferenciarla de la negra, tu mediante el lenguaje, mediante la construcción de una atmósfera, mediante la cultura, la recreación de unos personajes y un tema, tienes que crear una realidad para hacerla creíble a los ojos del lector.

En el caso de la novela negra sucede el proceso contrario, tu tienes que analizar la realidad, coger un pedazo de esa realidad, llevarlo mediante esas técnicas al escenario literario y hacerlo creíble.

Yo de pronto me di cuenta de que había momentos de la vida social de mi país que no resistían, digamos la mirada esa de contusión, ¿no? Que sí es necesaria para la otra literatura de ficción.

Y de pronto dije: «Bueno, yo soy escritor de testimonios por naturaleza» porque tengo muchos años escribiendo testimonios; «soy periodista», y eso desde el punto de vista narrativo es muy importante, «y tengo un material aquí, de ésta realidad que me permite ficcionarlo».

De ahí que mis novelas siempre partan de un hecho absolutamente real y a partir de eso se desdoblen buscando esa realidad que el lector me va a pedir. Por eso es que escribo novela policíaca, novela negra. Es que de pronto la realidad se me impuso. Yo vivo en un barrio en el que todo eso es cotidiano; en el que la marginalidad es cotidiana: la droga, la prostitución, el mercado negro, la doble moral.

Toda esa realidad me viene a mí y a veces está metida dentro de mi casa. Es como decimos jugando los cubanos que nosotros tenemos la marginalidad metida en el congelador, porque la carne comprada era ilegal, es decir que no te la dan, entonces tienes que comprarla en el mercado negro. El jabón también. Entonces empiezas a ver que estás viviendo en la marginalidad y empiezas a pensar como un marginal porque comienzas a tratar de sobrevivir dentro de esa marginalidad y asumes el pensamiento de la marginalidad. Todo eso no es materia para novela de otro tipo pero dentro de los márgenes de la novela negra es importante.

En otro tipo de literatura lo importante no es ni siquiera la pregunta que tú te haces. En la literatura blanca muestras un mundo que tu te quieres crear y lo único que importa en ese mundo es que funcione por sí mismo.

En el caso de la novela negra tienes la doble condición de que además de mostrar ese mundo que tomas de la realidad, ese mundo tiene que hacerle preguntas al lector. Ahí volvemos a retomar lo que Cortázar decía: Los escritores de novela negra estamos escribiendo para lectores, y perdóname que tú seas mujer, para lectores machos. Es decir, para lectores que participen en la conversación, en la novela.

Así al lector cuando tu le muestras esta realidad empiezas a hacerle preguntas de manera que él analice un grupo de cosas de esa realidad que él puede cambiar.

 

¿Y qué sigue después de «Si Cristo te desnuda«?

– Entre otras cosas estoy escribiendo una tercera parte de éstas dos novelas anteriores que se llama «A las puertas del infierno«. Es una novela que trata de establecer un paralelo entre la Cuba de los años cincuenta, donde existía mafia, prostitución, etcétera, etcétera, pero Cuba era el país más desarrollado de América Latina, gracias a la mafia entre otras cosas, y entre la Cuba de hoy, donde también hay prostitución, hay drogas etcétera, etcétera pero estamos casi llegando a ser el país más pobre de América Latina.

Entonces el puente que une esos dos aspectos es una historia de amor en la cual los personajes son dos grandes pintores: El cubano Wilfredo Lam y el pintor español Pablo Picasso. Ambos se encuentran en París a una prostituta que viene huyendo de Cuba y le regalan algunas de sus obras con el objetivo de que ella pueda sobrevivir en Nueva York.

Pero ella nunca vende estas pinturas porque algo le decía que no debía venderlas y las lleva a Cuba. La escena policial comienza cuando esta mujer muere y de pronto desaparecen esas obras. De ahí la historia comienza a buscar esta comparación y la temática fundamental es la intolerancia religiosa, la lucha que hay entre el poder de la iglesia católica, la iglesia cristiana, las sectas que existen en Cuba en este momento y la interrelación que hay entre éstas dos épocas y qué ha pasado para que se llegue al resultado actual.

Luego tengo otra novela más corta que ya está terminada que se llama «Matarás al Obispo» donde todo ocurre a partir de un crimen que tiene que ver directamente con otra de las cosas más fuertes que están pasando en mi país en éstos momentos, que es la corrupción entre el Estado y la Iglesia.

No es una novela muy larga, tiene solamente 27 cuartillas pero en la historia sucede que un policía inusual tiene que meterse a luchar contra una sociedad que se le está imponiendo.

 

¿Pero no hay ya una tolerancia religiosa más amplia a partir de la visita del Papa a Cuba?

– Si, mira, el Papa fue a Cuba y no pasó nada. Ese es el asunto fundamental. Había una cierta esperanza de que cuando el Papa fuera a Cuba existiera una libertad mayor en relación con la religiosidad de manera general.

Hubo una táctica del gobierno muy interesante, que fue que en ese momento le dio todas las libertades a la iglesia cristiana y a las sectas religiosas, afrocubanas especialmente, como para equiparar la fuerza que le daba a la iglesia católica la visita del Papa.

Pero luego de la visita, como a los seis meses se volvió a la cuenta regresiva y empezaron a volver a poner medidas en contra de la iglesia católica y cristiana, se cerraron muchas casas culto y prácticamente se le dio vía libre a la religión afrocubana en todo sentido y eso ha provocado luchas internas entre las fracciones de religiosos que generalmente en la Habana en la que yo vivo hoy, es una cosa bastante peliaguda y peligrosa también.

 

¡Muchas Gracias Amir!

– De nada.