Yo soy un caso

Revista Bohemia. Cuba, 22 de octubre de 1999

Por Idania Trujillo – Foto: Leyva Benítez

En La Habana Vieja, en el balcón del Centro Pablo de la Torriente Brau.

En La Habana Vieja, en el balcón del Centro Pablo de la Torriente Brau.

Amir Valle: Con sólo 32 años: más de siete libros publicados y una decena de premios nacionales e internacionales.

Comenzó a escribir desde los 14 años en su adoptiva tierra santiaguera a pesar de haber nacido en Guantánamo, ser inscripto en Holguín y vivir actualmente en la capital del país. En tal caso, Amir Valle se confiesa cubano por los cuatro costados. Su máxima es que en todo y, en especial, en la literatura hay que poner la vida y «ponerla jodiendo».

 

Te consideras esencialmente un narrador, ¿por qué?

Desde bien temprano en mi adolescencia sentí la pasión por contar cosas; y eso, en buena medida, se lo debo a mis padres que son maestros y pusieron muchos libros a mi alcance.

Hasta mi más reciente novela publicada Las puertas de la noche he estado diciendo cosas, contando historias, algunas más apegadas a la realidad, otras más elaboradas artísticamente.

 

Además de narrador, crítico y en los últimos tiempo, también ensayista. Quisiera pedirle una opinión al periodista Amir Valle: ¿a tu juicio cuáles son los puntos de contacto entre literatura y testimonio?

Para mí tanto el periodismo, la literatura como el testimonio son ciertas miradas que de algún modo uno hace de la realidad, buscando los nexos que le permitan escribir, sea o no ficción lo que finalmente se haga. Yo parto del hecho de que ningún testimonio es tácitamente «la realidad», porque entre otras cosas es una realidad contada por alguien que cuenta a otro. En mi caso, por ejemplo, siempre me he acercado ala literatura y al testimonio interesándome por el aspecto humano.

 

Desde los 80 hasta ahora existe una fuerte presencia de narradores y narradoras jóvenes. Algunos críticos los han denominado «novísimos», «postnovísimos», ¿en qué casilla te ubicas tú?

Yo no creo en ninguna de esas clasificaciones. Por ejemplo, yo soy un caso. Cuando comienzo a escribir empezamos a hacerlo varios: Guillermo Vidal, Gumersindo Pacheco, Alberto Garrido, Roberto Rodríguez Lastre, Alberto Rodríguez Tosca y de pronto las críticas empiezan a colocarnos junto a una promoción que ya existía, la de los 80, te hablo de Sacha, Reinaldo Montero, Arturo Arango, Miguel Mejides, que había surgido en la década del 70 y ya había alcanzado su madurez. Creo que de algún modo nosotros éramos adelantados de esa promoción, incluso el propio Sacha se refiere a nosotros «como parte de ellos». De pronto un día aparece Redonet y habla de la clasificación de los «novísimos» y resulta que esos «novísimos» éramos nosotros.

«Aunque nos molesten las clasificaciones creo que compartimos más este último término, en el sentido generacional, porque nos ha permitido conocernos, compartir los mismos gustos y criterios estéticos, e incluso, en la mayoría de los casos manejar semejantes modos de ver la realidad.

En fin, aunque no creo en las clasificaciones considero que ha servido para demostrar que estamos aquí y escribiendo».